domingo, 12 de septiembre de 2021


                                                                            




 LA PLUMA DE UN PERSONAJE QUE NUNCA TUVO AMIGOS

 

 

Por Peloecaña

 

Murió un escritor fluido, pero sin alma ni corazón. ¡Que pena! Que Dios lo tenga en el lugar en el que pueda estar, purificando su alma, Antonio Caballero Holguín.

 

Sus ancestros fueron ilustres sin duda, no se puede tapar el sol con la mano. Protagonistas destacados de la historia de Colombia, por ejemplo, Don Miguel Antonio Caro, autor intelectual y material de la Constitución de 1886. Expresidente conservador.

 

También aparece en su árbol genealógico Don Jorge Holguín, expresidente militante de las huestes azules.

 

Pero él obtuvo de su padre los genes dominantes y esa circunstancia genética lo llevó a denigrar de su glorioso pasado, y así de esa manera creció y vivió haciendo ostentación de su ausencia de amigos, porque en su entorno personal esa virtud apasionante de ser amigo de alguien no existió, prefirió tener cómplices, camaradas, gallada.

 

Gracias Dios nuestro porque no nos tocó un copartidario tan nefasto y vergonzante.

 

Su pasión personal exacerbada, desbordada, incontrolada lo mostró a sus contemporáneos, tal como fue, un personaje solitario que destilaba hiel y acíbar por todas partes, y la más contundente demostración de mi afirmación está plasmada en el escrito que fluyó de su pluma perturbada, cuando comentó el asesinato del más ilustre de los colombianos del siglo XX.

 

La historia ya dio su veredicto, señalando implacable a los autores intelectuales del magnicidio.

 

El hombre sin amigos, obnubilado por su sectarismo político inadmisible, se solazó y explayó dándole rienda suelta a su morbo y a su insolvencia moral, y es toda una pieza de antología amoral su escrito a raíz del magnicidio del colombiano infinitamente superior a su detractor y a su jubiloso y arrogante detractor, despreciable y vil ser inhumano, que dejó escapar de su alma tanta cobardía, tanto detritus y tanto excremento, refiriéndose al sacrificio del grande entre los grandes, el benemérito doctor Álvaro Gómez Hurtado.

 

Por la catadura personal de todos quienes hoy lamentan su desaparición y ensalzan su existencia, podemos sacar exactas su estatura moral y su insolvencia ética, nos dan orientación para medir milimétrica su valía.

 

Que Dios lo tenga a fuego lento.

 

 

 

 

 

 

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