jueves, 3 de noviembre de 2016





¡OH TEMPORA, OH MORES!

Por Peloecaña

Siendo testigo de la actuación de quienes administran justicia en pleno siglo XXI y de quienes la administraron en el pasado, vino a mi memoria la lectura de remembranzas y narraciones de épocas pretéritas.

En pleno apogeo de las hegemonías liberal y conservadora, los jueces de la república nunca sirvieron de yunque y de martillo para golpear los contradictores del régimen de turno, no obstante que el Estado lo integraban en todas las Ramas del Poder Público, burócratas homogéneamente correligionarios del partido que lo ejercía.

A pesar de que por décadas, y sin solución de continuidad, los más destacados voceros de la prensa liberal se encargaron de venderle a la opinión que el Dr. Laureano Gómez, un día sí y otro también, disponía lo necesario para masacrar a los militantes del Partido Liberal y que en la cocina de su casa el menú diario era desayuno con huevos pericos con carne asada de liberal; al almuerzo preparaban sopa de albóndigas con carne molida de liberal; y en la cena se servían tajadas de lomo de liberal con café, disponiendo lo necesario para que a veces se hiciera calentado con las sobras del almuerzo y la cena para el desayuno del otro día, nunca, pero nunca, al Dr. Gómez lo procesaron por tan criminal conducta, a pesar de que los jueces que administraban justicia eran militantes formales y materiales de esa ideología.

Como las calumnias lideradas por Don Enrique Santos Montejo, hermano del expresidente Eduardo Santos Montejo y abuelo del hoy Presidente de la República Juan Manuel Santos Calderón, desde su columna La Danza de las Horas, pilar fundamental de EL TIEMPO, el diario de todos los Santos, no tuvieron eco en los jueces de entonces, la instigación a la violencia no paró y los periodistas de EL TIEMPO no han respondido por su labor inductora de tanta iniquidad, tanta muerte y tanto luto, todo en nombre de la tan malhadada libertad de prensa que, desde luego, no tiene color político.

Pero como cada regla tiene su excepción, apareció  un juez liberal que se olvidó de la Constitución y de la ley y le  montó un proceso penal al Dr. Laureano Gómez, por el presunto delito de calumnia.

Esto sucedió:

En el año de 1943, durante el debate adelantado por el Senador Laureano Gómez contra el gobierno del Dr. Alfonso López Pumarejo, por el asesinato de Mamatoco que, según los cronistas de entonces, se debió al chantaje al que estaba siendo sometido un hijo del Presidente en ejercicio, quien había sido sorprendido por Mamatoco  en la práctica de piruetas amorosas con la esposa de un ministro de la República Liberal, se metió con el Dr. Alberto Lleras Camargo, a la sazón Ministro de Gobierno del régimen.

Ante los ataque despiadados del Dr. Laureano Gómez, el Dr. Lleras Camargo dijo en el Senado: "Pensar que no hay un juez de la República capaz de arrestar a estos calumniadores".

Pues resulta que sí lo hubo, y saltó a la palestra política el juez, desde luego liberal,  Jesús Ignacio Caicedo Lozano, el que citó a indagatoria al Dr. Laureano Gómez, quien en la diligencia judicial se negó a responder el interrogatorio, así: "No le voy a responder, una de dos: usted está procediendo honorablemente o no lo está haciendo así. En el primer caso me callo, porque no se le permitirá cumplir con su deber; en el segundo, también, porque no me presto a vagabunderías".

Lozano suspendió la indagatoria y mandó poner preso al interrogado.

¡Ahí fue Troya! El conservatismo, minoría ostensible y apabullada en Bogotá, volvió por sus fueros y salió a la calle hasta que el Dr. Gómez fue liberado.

Esa dignidad hoy es exótica y a la gente le da temor reclamar lo suyo.

El juez Lozano además de atrabiliario, ignorante, lo mismo que hoy, no tuvo en cuenta el texto del artículo 106 de la Constitución de 1886 por entonces en pleno vigor, que a la letra dice: "Artículo 106. Los Senadores y Representantes son inviolables por sus opiniones y votos en el ejercicio de su cargo. En el uso de la palabra, solo serán responsables ante la Cámara a que pertenezcan; podrán ser llamados al orden por el que presida la sesión y penados conforme al reglamento por las faltas que cometan".

Por eso es válido gritar a los cuatro tiempos: "TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR".


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