EL  CANCILLER Y SUS ASPIRACIONES PRESIDENCIALES

Por Peloecaña

Anunció sin querer queriendo, y en broma y en serio, el Canciller colombiano en ejercicio, Dr. Carlos Holmes Trujillo García, sus obvias aspiraciones presidenciales, en charla con estudiantes universitarios; como diríamos del Chavo del 8: se le chispotió.

¡Quién dijo miedo! Los guardianes de la moral pública, los más prístinos exponentes de la solvencia ética y de la probidad, los garantes del respeto al Estado de Derecho, como en el Reflejo Condicionado de Pavlov, respondieron al rompe, empezaron a segregar jugo gástrico y les fue imposible contener el babeo.

Con el superávit de autoridad moral que les asiste, el cenador con c, que vive en constante guerra con el agua, y que se peda, y otro de sus congéneres parlamentarios de las FARC pusieron el grito en el cielo; ¿cómo se le ocurre a un Ministro de este Gobierno, y de pronto el más notorio, decir tamaño exabrupto y de manera tan inoportuna y fuera de lugar?

La obligación política y ética del Canciller era mantener in pectore su deseo, y tener paciencia; apenas van siete meses del mandato del Dr. Duque; todavía no ha acabado de ajustar los espejos retrovisores del carro que tripula y el inventario de todo lo bueno que recibió del anterior gobierno, aún está por terminarse. Ojalá el Presidente del Congreso agilice ese proceso.

Cepeda, Sanguino y Roy Barreras, los tres epígonos de la rectitud política y administrativa, ejemplo y paradigma de cómo debe proceder un servidor público ejemplar, están en lo cierto; hay que disciplinar al Ministro, hay que atajarlo, si quiere hacer carrera hacia la Presidencia, que renuncie, que  no la empiece desde las más altas cumbres del poder.

Esos tres prohombres, modelo de pulcritud y de decencia, deben ser oídos, sus clamores merecen acatamiento inmediato, hay que sentar precedentes, y nadie con mejores títulos que ellos para prender las alarmas, y avisar del peligro institucional.

Pero tomando en serio las aspiraciones válidas del Dr. Carlos Holmes, pero exteriorizadas de manera tan inoportuna y fuera de lugar, se agigantan las suspicacias, y nos negamos a concluir que la incuria del Gobierno y de la Cancillería, para procurar la libertad del Dr. Andrés Felipe Arias Leiva, está fundada en el temor de la aparición de un contendiente serio, juicioso, probado y macizo, que puede derrotar las pretensiones del político valluno, frente a los méritos del perseguido paisa.

¿El Dr. Uribe será árbitro imparcial de las dos candidaturas, si se da la plena habilitación de la víctima política de Santos y de la exfiscal Morales?

Nunca antes había tenido el Presidente Duque la coyuntura más propicia para reajustar su gabinete.

La imprudencia del Canciller y la ineptitud e ineficacia de la Ministra de Justicia jamás se repetirán, para justificar un cambio para mejorar.