viernes, 21 de julio de 2017






EL 24 DE JULIO de 1783

Por Peloecaña

Don Juan Vicente Bolívar, criollo de mucho linaje, casó con Doña María Concepción Palacios y Sojo, también de noble prosapia, acaudalada y famosa, no solo por su belleza, también  por la dulzura de su carácter y por su discreción y reconocida inteligencia.

De esta unión nacieron cuatro hijos: Juan Vicente, María Antonia, Juana y Simón.

Nació el menor de los Bolívar Palacios en una casa ubicada en la plaza de San Jacinto de la ciudad de Caracas, la noche del 24 de julio de 1783, el mismo año en el que Inglaterra reconoció la Independencia de los Estados de América del Norte.

El 30 de julio, a la semana siguiente a su nacimiento, el neonato fue bautizado  y su acta de nacimiento reza: "En la ciudad mariana de Caracas, en treinta  de julio de mil setecientos ochenta y tres, el doctor don Juan Félix Jerez y Aristeguieta, presbítero, con licencia que yo, el infraescripto teniente cura de esta Santa Iglesia Catedral le concedí, bautizó, puso el óleo y crisma y dio la bendición  a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, párvulo, que nació el veinte y cuatro del corriente, hijo legítimo de don Juan Vicente Bolívar y de doña María de la Concepción Palacios y Sojo, naturales y vecinos de esta ciudad. Fue su padrino don Feliciano Palacios y Sojo, a quien se advirtió el parentesco espiritual y obligación. Para que conste lo firmo. Fecha ut supra, bachiller, Manuel Antonio Fajardo."

Agrega  su  biógrafo: "Y el pequeño Simón fue creciendo, enclenque, gozando de poca salud, en el seno de su familia."

Huérfano de padre y madre antes de los 9 años, la educación del díscolo y rebelde Simón fue encomendada al maestro que, sin duda, fue quien más influyó en su vida, Don Simón Rodríguez.

Don Simón Rodríguez sembró en el alma de su pupilo los indómitos sentimientos de hombre libre  y  a la consecución de esa libertad, para sus coterráneos hispanoamericanos, dedicó todos sus esfuerzos y desvelos, hasta el 17 de diciembre de 1830, día en el que falleció,  en las playas del mar Caribe, en la ciudad de Bastidas, en la quinta de San Pedro Alejandrino.

El otro prohombre y educador que tatuó de manera indeleble el espíritu y el alma de Simón Bolívar fue Don Andrés Bello, jurista emérito universal y maestro de maestros.

Pretender escribir la inmensidad vital y  su grandeza, en tan pequeño espacio, es empresa imposible; por eso me limitaré a registrar los más transcendentales episodios de su vida.

A los 19 años se casó con doña Doña María Teresa Rodríguez del Toro, y un año después enviudó. La muerte de su amadísima esposa lo marcó para siempre.

Al respecto, Simón Bolívar dijo: "...si no hubiera enviudado quizá mi vida hubiera sido otra; no sería el General Bolívar ni el Libertador...".

El 15 de agosto de 1805, recién cumplidos 22 años, en el Monte Sacro en Roma, el Padre de la Patria, ante su maestro Don Simón Rodríguez, pronunció este emocionado compromiso: "Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español." 

Esta es la frase final del decreto de guerra a muerte a los españoles, expedido por Bolívar, el 15 de julio, de 1813: "Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida aun cuando seáis culpables."

Invito respetuoso, a mis lectores, a que lean la Carta de Jamaica y el texto de la propuesta a discutir en el Congreso Anfictiónico de Panamá, y complementarán así una semblanza del talante de quien fuera libertador de seis repúblicas, Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, a pesar de encontrar siempre a su paso las dificultades de los traidores jefes  políticos de los países liberados.

El 2 de agosto de 1825, el Libertador pasó por el pueblo de Pucará y fue objeto de caluroso recibimiento; allí José Domingo Choquehuanca pronunció estas sentidas palabras: "Quiso Dios de salvajes crear un gran imperio y creó a Manco Cápac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiaciones ha tenido piedad de América y os creó a vos. Sois pues, el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho hasta ahora se asemeja a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado tres repúblicas que, en el inmenso desarrollo a que están llamadas, llevan vuestra estatura a donde ninguna ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece el tiempo con el transcurrir de los siglos y así como crecen las sombras cuando el sol declina."

Ese es nuestro Libertador y Padre de la Patria. El Hombre de las Mil Dificultades.


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