sábado, 31 de agosto de 2019





LA  PAZ DE SANTOS VUELTA TRIZAS POR SUS SOCIOS


Por Peloecaña

Ni el Oráculo de Delfos, ni las Sibilas, ni Casandra, ni Nostradamus, ni los acertados clarividentes modernos hubieran podido atinar, para predecir el acontecimiento histórico que protagonizaron la semana pasada, Márquez, Santrich y el Paisa y sus copartidarios guerrilleros de las FARC: Volvieron trizas la paz de Santos, sus aliados y cómplices.

Pero los colombianos que votamos NO, en el plebiscito del 2 de octubre de 2016, lo hicimos, no por sentimiento de aversión hacia ese grupo de delincuentes, terroristas, narcotraficantes y violadores consuetudinarios de todos los derechos humanos.

Además de esa motivación, tuvimos como acicate para asumir el voto por el NO, la reiterada e inmodificada conducta de la guerrilla, consistente en la burla que, por décadas, las FARC nos hicieron a todos los colombianos, y a quienes desde 1981 nos han gobernado, y que ilusos creyeron en el respeto a la palabra de los insurgentes.

Fue el Presidente Julio César Turbay Ayala en el año de 1981, quien primero promovió diálogos de paz con Tirofijo y sus áulicos. 

Su sucesor, Belisario Betancur Cuartas, también recorrió el camino abierto por su predecesor, con los frutos que todos conocemos, el fortalecimiento de la insurrección armada. Fruto de esas negociaciones fue la creación del primer partido político guerrillero, la UP, en el año de 1987.

En 1988, y después del fracaso de la paz belisarista, el Presidente Virgilio Barco Vargas insistió en la utopía de la paz pactada, y lo que presenció fue el exterminio de la Unión Patriótica, ejecutado por instrucciones y órdenes de quienes hoy señalan con su dedo fatídico de narcotraficantes, a los que denominan líderes sociales.

En 1991, César Gaviria Trujillo, también dialogó con los filibusteros de la paz; primero en Caracas y después en Tlascala, gestión que también estuvo signada, una vez más, por el fracaso.

Vino el gobierno del Presidente Samper y, por iniciativa de su ministro estrella, Horacio Serpa Uribe, intentó diálogos de paz con el ELN, y, para variar, hubo otro fracaso.

En la campaña electoral que culminó con la elección de Andrés Pastrana Arango, a través de Álvaro Leyva Durán, amigo común de Pastrana y Tirofijo, se lograron acercamientos entre los dos, el candidato presidencial y el jefe guerrillero, y se sentaron las bases para lo que fue Programa de Gobierno del candidato triunfante, promesa que se cumplió y se conoció como los diálogos de La Uribe.

Sucedió lo que todo el país conoce. Tirofijo dejó plantado al Presidente Andrés Pastrana y, una vez más, Colombia fue víctima del talante indeleble de la guerrilla comunista, la mentira y el desprecio a la buena fe del gobernante de turno.

Eso el periodismo lo llamó el episodio de la silla vacía.  Yo tuve que ser testigo de la versión oficial del por qué de la ausencia del jefe de las FARC; me lo contó personalmente, el instigador de la estampida de Marulanda. 

Vino el mandato inicial del señor Presidente  Álvaro Uribe Vélez, y él también buscó la paz utilizando el mecanismo de la conversación interpartes y la persuasión y fue una decepción adicional.

Sólo el monólogo entre pares (Santos y la guerrilla) tuvo un éxito aparente, y mientras la prensa del régimen fustigaba entonces al Presidente Pastrana, magnificando y exagerando la información, cuando hiperbólicamente reclamaba la entrega a las FARC de más de cuarenta mil kilómetros cuadrados (40.000.Kmts2), con índices de población exiguos, del territorio del país a la guerrilla de las FARC, esa  misma prensa, décadas después, aplaudía a rabiar la cesión de todo el territorio colombiano a Timochenko, Márquez, Santrích y el Paisa y a toda su gallada.

Pero no solo Santos entregó la geografía nacional, también cedió la institucionalidad plena, el Congreso, la Justicia y, desde luego, el Gobierno.

Pero la guerrilla no cambia, no modifica sus costumbres de mentir y engañar, 
no deja de rendirle culto a su talante de pactar, conversar y acordar, con la restricción mental que a última hora exhibe impúdica, lo pactado es letra muerta, es rey de burlas, es pura mierda.

Por eso Colombia ganó la consulta plebiscitaria, negando la total existencia de lo impuesto en La Habana.

Más de un colombiano después de la fatídica entrega del triunfo popular del plebiscito, reclamamos  el cumplimiento inexorable de esa decisión del pueblo, había que volver trizas los acuerdos de La Habana, pero Santos y su sucesor, tercos y cabezones, insistían en respetar lo imaginario, lo irreal, lo etéreo.

Había que esperar lo que tenía que suceder, la manifestación pública de los cabecillas de  las FARC, que estaba demorado, pero que iba  a acaecer, volvieron trizas el acuerdo, después de tanta depredación y tanta ignominia, para la amada patria colombiana.

Márquez, Santrich y el Paisa nos despertaron del letargo. Ahora solo nos queda esperar otro milagro, que el Presidente Duque entienda que derrotamos a Petro, porque no queríamos más de lo mismo y que sea consciente de que esa diferencia la encarna él.

















No hay comentarios:

Publicar un comentario