miércoles, 27 de enero de 2021

 



EL DOCTOR CARLOS HOLMES TRUJILLO

 

Por Peloecaña

 

Se llevó el coronavirus, esta vez, a un colombiano ilustre por mil títulos, el doctor Carlos Holmes Trujillo García.

 

No voy a cometer el error de hacer méritos a costa de las ejecutorias del ilustre desaparecido, simplemente voy a hacer una síntesis apretada de su valía innegable, por todos reconocida.

 

En su familia, la política siempre fue el pan de cada día; su señor padre se destacó en el foro y en el parlamento y fue un digno émulo de Demóstenes y Cicerón, de Augusto Ramírez Moreno y el primero entre sus cotemporáneos como orador insigne, y por fuerza el desaparecido debía seguir sus pasos, porque la genética siempre atina.

 

Fue el doctor Carlos Holmes Trujillo un abogado brillante, un servidor público ejemplar y heredó, con creces, la facilidad de expresión de su progenitor.

 

Primero que todo fue un hombre de bien, pulcro y transparente, respetuoso de la opinión ajena, sin renunciar a sus principios.

 

Donde quiera que fue llamado a enarbolar el buen nombre de la Patria, acudió presuroso y exitoso, ya en el servicio exterior, ya en el gobierno y, desde luego, en la política.

 

Lo conocí en una reunión de los primeros alcaldes populares, en la que coincidimos, él como burgomaestre de Cali y yo, ejerciendo la misma dignidad en mi pueblo natal.

 

Terminó su vida pública dejando una estela ejemplar, en el Centro Democrático, al lado del expresidente Álvaro Uribe Vélez, al que perteneció desde su fundación, sin titubeos ni vacilaciones, sin esguinces ni debilidades, siempre en primera línea, gracias a sus propios merecimientos, no obtuvo nada en su exitosa carrera ni por azar ni por generosa donación gratuita, todo se lo ganó a pulso.

 

Terminó frente al cañón poniéndole el pecho a la brisa y a las adversidades y mezquindades de la politiquería.

 

En su última intervención en el parlamento colombiano cuando, pigmeos del quehacer partidista, quisieron sacarlo de su cargo promoviendo una moción de censura, aprovechó la oportunidad que sus contradictores le dieron para hacer gala de su solvencia política, de sus inmensas dotes dialécticas y de su fulgurante oratoria, salió como Daniel del Foso de los Leones y del Horno Ardiente, indemne y agigantado.

 

En los ministerios que desempeñó en este gobierno, consecuente con su talante, fue un servidor público ejemplar y, sin duda, un paradigma de lealtad con el Presidente Duque y, desde luego, con Colombia.

 

Paz en su tumba y fortaleza para los suyos.

 

 

 

1 comentario:

  1. Oración por la Paz en Colombia (Para recitar todos los días)

    En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

    Padre, Tú eres un océano de paz y nos regalas por medio de tu Hijo Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo este don, y lo siembras en nuestro corazón por medio de la conversión y la reconciliación.

    Tú nos confías la paz a nuestra responsabilidad, convirtiéndonos en artesanos de la paz, para construirla con “pasión, paciencia, experiencia y tesón”.

    Tú quieres que nuestras familias sean escuelas de paz donde te escuchemos, acojamos y te sigamos mejor y, así germinen palabras y gestos de perdón, escucha, diálogo, ternura, amor y reconciliación. Que los niños y jóvenes se conviertan en protagonistas de un futuro de paz.

    Acompáñanos en las responsabilidades que tenemos en nuestra vida social, política, económica, cultural y eclesial. Haz que difundamos el respeto por la vida, las personas y la creación; que seamos solidarios, fraternos, justos y trabajadores del bien común.

    Acoge en tu casa a quienes murieron víctimas de la guerra fratricida, mueve el corazón de los actores violentos para que vuelvan a Ti y sean también ellos constructores comprometidos de la paz. Fortalece a las víctimas en su dignidad y otórgales valentía para ofrecer el perdón.

    Que María Reina de la paz, nos ayude a desarmar el corazón, a vivir la justicia, el perdón, la reconciliación y la paz, para que nazca en Colombia la civilización del amor y no de la corrupción y el rencor que desembocan en caos, anarquía, destrucción, guerra y tristeza.

    Que con tu preciosísima sangre, Divino Maestro y redentor del Universo, nos convirtamos y perdonemos a todos los que nos han hecho mal de diferentes modos. Que sin esto, nos podemos condenar en el infierno eterno. Que no basta buenas intenciones, sino, acciones amorosas en el Nombre tuyo.

    Que María Santísima guie nuestros pasos al Paraíso Celestial, al que todos estamos llamados. Y, que San José nos ayude en cada jornada diaria, para que no nos falten ni los alimentos y ni las medicinas.

    Que San Miguel arcángel, nos proteja contra todo vicio, mal, odio y desunión que siempre desembocan en la destrucción del alma y del cuerpo.

    Que podamos imitar a los santos del cielo y que ellos sean un modelo para construir una patria y un mundo lleno de Paz, Justicia y nuevas relaciones. Repletas de comprensión, armonía y amor.

    En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

    Amén.

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