EL ARTÍCULO 196º DE LA CONSTITUCIÓN
Por Peloecaña
Después de 8 años de suspensión criminal de la vigencia de la Constitución
Política de Colombia, expedida en 1991, y esperando que el 7 de agosto de 2018,
una vez posesionado el nuevo Presidente, vuelva a tener la calidad de Ley de Leyes,
y a ser observada por todos, sin excepción, espero que el nuevo Senado de la
República le dé aplicación literal, dada su claridad meridiana, al párrafo
segundo del artículo 196º del mandato constitucional, que a la letra dice: "Artículo 196. ... El Presidente de la
República, o quien haya ocupado la Presidencia a título de encargado, no
podrá salir del país dentro del año siguiente a la fecha en que cesó en el
ejercicio de sus funciones, sin permiso del Senado". (Lo
resaltado en negrilla es mío).
Cito este texto constitucional para impetrar, con todo respeto y
consideración, a la corporación senatorial que ejerza a plenitud esa función y,
en consecuencia, se abstenga de conceder el permiso, si Juan Manuel Santos
Calderón solicita esa anuencia.
Fundamento mi respetuosa petición habida cuenta de que quien, por fortuna,
ya deja el primer cargo de la República, no puede abandonar el país, sin antes
responder por todas y cada una de sus actuaciones, en las que atropelló la juridicidad
institucional, corrompió o intentó corromper a las demás ramas del Poder
Público, a los gremios, a la Iglesia, a las Fuerzas Armadas, a los medios de
comunicación, a muchos ciudadanos que no supieron resistir a la tentación de
saborear la mermelada y el soborno consuetudinario, que fue impronta de estos
larguísimos ocho años.
Santos debe responder por el no acatamiento a las notificaciones
oficiales, que oportunamente le formulara el entonces Procurador General de la
Nación, Dr. Alejandro Ordóñez Maldonado, advirtiéndole, con el talante que
siempre ha caracterizado su vida pública y su gestión institucional, de la
antijuridicidad de sus procederes, en casos puntuales, como el de la
negociación con la guerrilla de las FARC, el soborno continuado a quienes creyó
sobornables, la mengua de la integridad del territorio nacional, y el atropello
a la soberanía colombiana y de sus procederes, siempre signados con el
manoseo y violación de la ley.
Se burló de los connacionales que atendimos su llamado a decir
si estábamos de acuerdo con los funestos Acuerdos de la Habana y que,
mayoritariamente, respondimos NO, en el Plebiscito por él convocado.
Juró en vano, cuando al posesionarse, dos veces, de la Presidencia de
la República y puso a Dios como testigo de que iba a cumplir la
Constitución y la ley.
Indujo a algunos políticos y ciudadanos a violar la normatividad, que
garantiza la pureza del sufragio.
Le debe una explicación a Colombia y al Ecuador, de su responsabilidad o
inocencia del secuestro del Abogado Balda y su familia, incluida su hijita
colombiana, en contubernio con el expresidente Correa.
Está por aclarar su participación en los casos de corrupción
promovidos por Odebrecht, que tiene en la cárcel al responsable del manejo
económico de su campaña a la reelección, ciudadano Prieto, y a
dos de sus ministras fugitivas en el exterior, y ahí no termina el rosario de
culpas y responsabilidades.
Señores senadores, ante tanta ignominia, Juan Manuel Santos no puede contar
con su anuencia para abandonar el país e irse con el rejo en los cachos; de
producirse su permiso ustedes responderán ante el tribunal de la historia, por
lo menos de encubrimiento.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue asi sea....
ResponderEliminarSi, Maestro Peloecaña, por su irrespeto a la Constituciòn, a la ley y a los millones de colombianos que dijimos NO, al ciudadano Santos Calderòn Juàn Manuel no se le puede permitir que hulla del Paìs sin pagar con larga pena de reclusiòn por sus actos criminales!
ResponderEliminar"Soñar no cuesta nada" dice el adagio popular. Pero, tristemente, lo dudo mucho porque esos a quienes compró sus conciencias, como tienen rabo de paja, permitirán al bandido la salida inmediata del país burlando así, una vez más, la ya tantas veces violada justicia colombiana.
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