CERTIFICADO DE PAZ Y SALVO
Por Peloecaña
La sociedad y el Estado han inventado un documento sui generis que nos da una aproximación al concepto PAZ, por lo
elemental y simple.
Estar a Paz y Salvo es una manera
de no sufrir preocupaciones, de dormir tranquilo, de no exacerbar la úlcera.
Cuando alguien decide cambiar de trabajo, siempre le solicita a su último
patrono le expida un certificado de Paz y
Salvo, como salvoconducto de su plena disponibilidad para asumir cualquier
otra actividad en otras latitudes, y quien recibe tal solicitud procede a
verificar si efectivamente tal paz existe; si se han pagado las deudas; si se
han entregado las herramientas de trabajo; si se han cumplido a satisfacción
todas las obligaciones implícitas en la relación de trabajo.
A su vez, cuando el trabajador recibe su liquidación generada en la
terminación de la relación laboral, el patrono requiere el certificado de Paz y
Salvo por todo concepto, del extrabajador, casi siempre refrendado
por autoridad competente.
Cuando alguien va a otorgar o a recibir una escritura pública en la que
conste una transacción comercial que se refiere a los derechos atinentes a un
bien inmueble, el notario exige de las partes contratantes los certificados de Paz y Salvo expedidos por la
Administración de Impuestos Nacional y/o Local, para correr el título
correspondiente.
Si alguien ha de posesionarse para asumir un cargo público, generalmente
debe acreditar que se encuentra a Paz y Salvo
con el Fisco.
También, generalmente, los que se encuentran in articulo mortis, si son de buena leche, acostumbran abandonar
este mundo, en Paz con Dios y con los hombres.
Es por eso que cuando presienten la hora final, reúnen a los suyos, les
piden perdón por sus errores e injusticias; todos lloran, desde luego perdonan
o dejan constancia de que no hay nada que perdonar; el inminente muerto
descansa en paz y exhala su ultimo suspiro, para acceder al seno de Abraham.
Cuando el sacerdote celebra la misa de cuerpo presente, del perdonado y
exculpado de cualquier deuda, al despedir el cadáver rumbo al campo santo,
profiere solemne, el requiescat in
pace, "descanse en
paz”.
Presumo no equivocarme poniendo estos ejemplos para que todos entendamos el
concepto de lo que idealmente es la paz verdadera.
Si el trabajador que solicita el Paz
y Salvo al patrono, no ha entregado el vehículo asignado, el escritorio y
la cumplida satisfacción de sus obligaciones, no recibirá el paz y salvo
solicitado y, por tanto, no hay Paz.
Si el patrono no ha cumplido a satisfacción con todas su obligaciones
laborales, tampoco habrá Paz y Salvo,
porque no está en Paz con quien le sirviera.
Si las partes contratantes que intervienen en el contrato solemne, no
acreditan estar a Paz y Salvo con el
Estado, el notario no correrá la escritura, porque no hay Paz fiscal y menos
contrato perfeccionado.
Si el que está en las últimas se niega a cancelar sus pendientes con Dios y
con los hombres, no tendrá Paz, solo vendrán el crujir y el rechinar de dientes
y el "Descanse en Paz" será
un mero formulismo.
Así haya nombramiento legal y válidamente expedido, si no hay Paz y Salvo del fisco, no habrá posesión
y tampoco paz burocrática.
Si al ciudadano de a pié, común y corriente, el Estado y la Sociedad le
exigen el cumplimiento de tan elementales requisitos, para estar en Paz con el
trabajador y el patrono, con el Estado y con Dios y con los hombres, ¿por qué
razón moralmente válida, esos mismos colombianos simples y sencillos, poderosos
y encumbrados, sabios y probos, debemos otorgar el beneficio de la Paz, a
quienes por varias generaciones se han empecinado en quitárnosla de manera
violenta, injusta, corrupta, irracional, sin importarles ni Dios, ni el Estado,
ni los hombres?
Por más que los necios y los ímprobos, desgraciadamente escogidos por
nosotros mismos, los buenos, los ingenuos, los creídos, pretendan nuestro Paz y Salvo para que notarios vergonzantes
corran la escritura de la Paz fementida, impune y, por ende, injusta, jamás lo
obtendrán.
Los verdugos de la sociedad colombiana han hecho todos los méritos para
jamás obtener el Paz y Salvo que
pretenden; sólo cuando estén en paz con Dios, con el Estado y con los hombres
gozarán de ese privilegio, para que no nos siga costando sangre, sudor y
lágrimas.
6 de marzo de 2016.
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