martes, 15 de marzo de 2016






EL PLIEGO DE PETICIONES DE LAS FARC

Por Peloecaña


Como la agenda de La Habana para las FARC es indefinidamente abierta, y para el gobierno un contrato de adhesión, la guerrilla decidió incluir temas del Derecho Laboral Colectivo, e irrumpió nada menos que con la figura más notoria de esa rama del Derecho: la presentación de un pliego de peticiones.

Pero como son los sindicatos los únicos facultados para presentar tales peticiones, las FARC deciden dejar de ser un grupo terrorista, para convertirse en los trabajadores asociados en un sindicato que, a través de su Estado Mayor, presentan lo que consideran una posibilidad de acceder a concesiones y beneficios, no pactados en sus contratos de trabajo iniciales.

Pero  la relación de trabajo, en el Derecho Laboral Transicional, no se da sino con el cumplimiento de tres requisitos previos simultáneos, que son:

- La prestación personal de un servicio del trabajador terrorista.

- La existencia de la subordinación y dependencia del Estado al terrorista; y

- La remuneración personal a ese terrorista, por parte del Estado subordinado.

El terrorista trabaja en lo suyo; vuela la infraestructura nacional; pone minas antipersonas; secuestra y extorsiona; ataca a la población civil inerme y a los cuarteles cuando los centinelas duermen; el Estado está subordinado hasta el servilismo al terrorismo; y el Estado remunera al terrorismo por sus actividades terroristas; está dada la relación de trabajo a la luz del derecho Laboral Transicional,  cuya vigencia está sustentada en la aprobación legal dada por el Congreso de mayoría santista que, desde luego, cuenta con la aceptación judicial del Frente de las Togas. 

Superada esa dificultad institucional, que despertó de su reposo a don Mario de la Cueva y a Canabellas, entonces se puede presentar el pliego de peticiones que reclaman las FARC y que consiste en impetrar pensiones de jubilación para los neotrabajadores terroristas y seguridad social plena.

Pero como ninguno de los voceros del régimen en La Habana es experto en nada, ni en el viejo y obsoleto Derecho Laboral, ni mucho menos en el novísimo Transicional, ni siquiera Enrique es apto para el efecto, entonces el hermano menor, que nos preside, manda a La Habana un experto en la materia, a su Ministro del Trabajo, con experiencia reconocida en Negociación Colectiva, el benemérito Don Lucho, presidente, además, de Alcohólicos Anónimos.

Como los voceros de las FARC, autores de tamaña pieza jurídica, están en trance de recibir concesiones inmediatas, facilitan el trabajo de los negociadores y su propuesta hace un escalafón para los futuros pensionados, para tasar sus pensiones, homologando sus milicias, según el rango ocupado, en sus actividades altruistas, con la jerarquía de los militares autores de los falsos positivos; y todos tan contentos, desde luego, primero los militares.

Pero como Lucho ha sido toreado en varias plazas y corralejas, sugiere a los voceros de los trabajadores terroristas que incluyan en lo negociado, la oferta que hace el gobierno, y que consiste en la sustitución pensional inmediata y automática para las compañeras o esposa e hijos y padres sobrevivientes y demás familiares, consanguíneos, civiles y afines, hasta la quinta generación, de los insurgentes dados de baja por el Estado opresor y explotador y asesino.

Perfeccionado el acuerdo, se suscribe y obliga inexorablemente a las partes.


¡Que Dios nos tenga de su mano!

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