sábado, 19 de marzo de 2016






TRAICIÓN A LA PATRIA

Por Peloecaña

Reza el artículo 455º del Código Penal Colombiano: "El que realice actos que tiendan a menoscabar la integridad  territorial de Colombia, a someterla en todo o en parte a dominio extranjero, a afectar su naturaleza de Estado Soberano o fraccionar la unidad nacional, incurrirá en prisión de 320 a 540 meses."

Si los negociadores de las FARC en La Habana celebraron alborozados la reciente decisión de la Corte Internacional de Justicia, de declararse competente para conocer de las pretensiones de Nicaragua, para menoscabar la integridad territorial de Colombia, y manifestaron públicamente su solidaridad con el régimen marxista de ese país centroamericano, están sin duda alguna incurriendo en la conducta típica punible descrita en la norma precitada.

Esas manifestaciones de regocijo y solidaridad tienden, desde luego, a menoscabar la integridad territorial de Colombia y coloca al gobierno de Juan Manuel Santos Calderón en delicadísimo predicamento, si no se retira de manera inmediata y definitiva de la mesa de La Habana y da por terminadas esas negociaciones, so pena de incurrir en conducta cómplice y encubridora o coautora del mismo delito.

Si bien es cierto que las FARC, por ser absolutamente marxistas y reiteradamente comunistas, no creen en la PATRIA, porque acogieron en su integridad el texto del Manifiesto Comunista, publicado en Londres el 21 de febrero de 1848, por Marx y Engels, y según el cual para el proletariado no existe la Patria, porque este concepto es una argucia de la burguesía, para perpetuar la explotación de los trabajadores, al presidente y a los que lo representan en cualquier parte, sí les obliga respetar la Constitución y la ley.

Consagra el artículo 6º de la Constitución: "Los particulares solo son responsables ante las autoridades por infringir la Constitución y las leyes. Los servidores públicos lo son por las misma causas y por omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones." 

¿Acaso pasar de agache ante la felonía de las FARC, por su conducta solidaria con quien pretende menoscabar la integridad de Colombia, no constituye una flagrante violación por acción y por omisión a las obligaciones del primer funcionario nacional y sus representantes, donde  quiera que estén, ya en la mesa de negociaciones de La Habana, o en el resto del gobierno, o en Congreso aprobando normas con destinatario conocido, con señalamiento nada abstracto y absolutamente particulares, y desde la Rama Jurisdiccional del Poder Público, profiriendo autos y sentencias prevaricadores y abiertamente político-partidistas?

En todas las oportunidades anteriores en que gobernantes colombianos han aceptado dialogar con la guerrilla, siempre han tenido los gobernantes que abandonar los diálogos de paz, por la consuetudinaria costumbre de la guerrilla de actuar de manera engañosa y sin la más mínima seriedad.

Los diálogos del Caguán fracasaron y murieron por el secuestro por parte de las FARC del avión en que viajaba el senador liberal Gechem Turbay,  llevándoselo plagiado.

El presidente Santos amenazó con la finalización de los diálogos habaneros si alguien notorio, notable e importante colombiano era objeto de cualquier acto terrorista. Con esa amenaza discriminatoria le dio patente a los guerrilleros para atentar contra todos las personas del común, nacionales o extranjeras.

Lo que acaban de hacer las FARC ha sido el más aleve y escandaloso golpe contra la nacionalidad colombiana, contra la Patria toda y contra el país, por celebrar con laudes y aplausos la posibilidad de que éste sea menoscabado en su integridad. 

Todas las acciones anteriores de las FARC, que motivaron el fenecimiento de los intentos de paz en el pasado, son nimiedades y pecados veniales comparados con la afrenta, que su solidaridad con Nicaragua significa y plena prueba, hecho notorio, de su total ausencia de sinceridad, esta vez también.  

Si el presidente Santos continua en la mesa de La Habana es reo de traición a la patria y, con él,  todos los representantes del gobierno allí.

No puedo imaginarme por un solo segundo la presencia  del general Mora Rangel en ese escenario que, desde luego, debe avergonzarlo y apenarlo. Si hipotéticamente convocaran a la reserva para defender la Patria lacerada, humillada y lastimada, ¿cuál sería la actitud de quien fuera gallardo y valeroso combatiente?   


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