LA GUERRA URBANA
Por Peleocaña
No hace falta ser un lince, ni mucho menos el campeón de la perspicacia
para afirmar con razón que el Presidente Juan Manuel Santos Calderón se quitó
el pasamontañas y decidió mostrarse ante el país, ante la patria y ante
la nación como el personaje que ostenta la doble condición de comandante supremo
de las Fuerzas Armadas, por mandato de la Constitución, artículo 189, numeral 3, y
comandante en jefe de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, FARC,
ejército del pueblo, por decisión autónoma del secretariado de esa guerrilla,
auténticamente paramilitar en el más estricto significado de esa
expresión.
En el día de ayer, desde Medellín, y en desarrollo del Foro Económico
Mundial de Economía, en ejercicio de esas dos funciones que nunca antes en
Colombia nadie había ostentado, sin pestañear ni sonrojarse, y ante la
presencia de los delegados a tan importante evento internacional, a través de
todos los medios de comunicación, decidió notificarnos a los colombianos y al
mundo que si no se refrenda por la voluntad popular su plebiscito
tramposo y atentatorio contra la dignidad de la República, sus súbditos
de la guerrilla trasladarán la guerra apátrida y asesina a las ciudades de
Colombia, haciendo énfasis en que una cosa es la guerra en los campos de la
patria y otra en los centros urbanos de esta Colombia pisoteada, menoscabada y
lacerada.
Esa notificación inaceptable retrata al Presidente de cuerpo entero.
Su conducta confirma, de manera reiterada, lo que para él significa la población rural
colombiana, condenada per secula
seculorum a padecer y soportar los avatares de la guerra subversiva y
terrorista, ejercida por sus áulicos sin consideración ni piedad, violentado
sistemáticamente los más elementales derechos humanos, que los campesinos deben
sufrir como algo baladí, dada su condición de seres de ínfima categoría.
Y también Juan Manuel pretende que la vesania terrorista debe ejercerse
contra la población urbana, si Colombia se niega a aprobar todas las predaciones
y atropellos que él en su insania nos tenga decretados.
¡No Presidente! esa conducta suya tiene un nombre feo pero cierto, chantaje;
es decir, usted es un chantajista, y en la legislación penal colombiana se
llama amenaza.
El artículo 347º del Código Penal Colombiano reza: "Amenazas. El que por cualquier medio apto para difundir el
pensamiento atemorice o amenace a una persona o familia, comunidad o
institución, con el propósito de causar alarma, zozobra o temor a la población
o en un sector de ella, incurrirá por esta sola conducta en prisión de..."
Están dados todos los elemento característicos de esa conducta típica
punible.
- El que: usted, Presidente Santos.
- Por cualquier medio apto para difundir pensamiento: La televisión y, en
general, todos los medios de
comunicación.
- Atemorice o amenace: el anuncio del traslado de la guerra del campo a la
ciudad.
- A una persona o familia, comunidad o institución: Toda la población
urbana de Colombia, junto con sus instituciones.
- Con el propósito de causar alarma o zozobra a la población: Nada más que
el anuncio de la guerra, que intimida y causa obvia zozobra en toda la
población urbana de Colombia; mas del 80%.
Presidente, usted recorrió todo el iter
criminis: La idea criminosa; la manifestación de esta idea; los actos
preparatorios; los actos ejecutivos y los actos de consumación; todo esto
enseñado por el Maestro Enrico Ferri.
Oportuno el comunicado expedido por el señor Procurador General de la
Nación, pero su obligación constitucional ha de concluir.
Un paisano también epónimo del doctor Alejandro Ordoñez Maldonado, el
entonces Fiscal General, doctor Alfonso Valdivieso Sarmiento, acusó ante la
Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes al entonces Presidente
Samper de haber cometido delito, al comprobarse la certeza de las denuncias
formuladas por el doctor Andrés Pastrana Arango, en gesto valeroso y patriótico
que Colombia toda le agradece, salvo los áulicos del régimen.
Considero, con todo respeto, que el señor Procurador Ordóñez Maldonado ha
de hacer lo propio en este caso concreto de amenaza, y la Comisión de
acusaciones de la Cámara verá si repite la actitud ignominiosa que dio origen
al proceso 8.000 o vuelve por sus fueros.
El Presidente Santos es autor del delito de amenaza de que trata el artículo
347º del Código Penal, pero su conducta condenable es además torpe y con ella
apuntilló el proceso de paz que tanto nos ha costado y constituye felonía a sus
amigos de las FARC.
Es tan protuberante y notoria su estulticia, que le ha valido la condena de
los amigos de la paz fementida y de nosotros los enemigos de la guerra
tan temida.
A las buenas o a las malas, pero firman porque firman los ciudadanos colombianos, porque en caso contrario, Santos, sus dulces muchachos y narcobandidos Farc, tomarán por asalto las ciudades, masacrarán sin piedad a quienes se opongan al dulce sueño de la paz sin condiciones y cerrarán con broche de oro, el anhelo de quienes durante décadas han buscado, con sangre y fuego, hacerse al poder de la Nación. Esa es la pretensión de santos y sus mutantes nuevos amigos. Qué hacer para evitarlo? Permanecer en #ResistenciaCivil,firmar las planillas y decirle NO rotundo al plebiscito santista.
ResponderEliminarExcelente documento. Exquisita pluma. Gracias por compartirlo.
Así es!
EliminarMagistral
ResponderEliminarMagistral
ResponderEliminarEs deber de todo colombiano colaborar para que nuestros familiares, amigos, vecinos, etc no teman votar NO el tal plebiscito.
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