LOS PRESIDENCIABLES DE SEMANA
Por Peloecaña
Un columnista de la nómina de la revista Semana aborda en este número, cuya
circulación se inicia hoy, el tema de los presidenciables hipotéticos sucesores
del peor gobernante, si es que así se puede llamar, que en esta tierra sufrida
y aguantadora ha habido, desde que los asiáticos cruzaron el estrecho de Bering
para repoblar esta parte del mundo.
Según el escribidor de la revista hay 32 personas que pueden suceder a este
genio del desgobierno y émulo de Judas y Fouché.
Debo advertir que en la lista no están todos los que son, ni son todos los
que están; gajes de un ejercicio tan aventurado y audaz.
De igual manera hay que dejar constancia de que la nominación no está
exenta de insidias y malas intenciones, que son características de la
personalidad del autor.
También es importante anotar que, hoy por hoy, no hay en Colombia un solo partido
con la necesaria y suficiente prestancia para sacar adelante cualquier
candidatura; el éxito será de quien logre las coaliciones más afines y más
sólidas en torno a sus programas y a su nombre.
Habrá, desde luego, el candidato del
régimen y los de la oposición de diestra y siniestra, como los medios han dado
en clasificar arbitrariamente a la opinión pública.
Para no copiar exactamente el orden de su lista al columnista con apellido
con rango de militar, permítanme cambiar el que él usó.
El otrora glorioso Partido Liberal, según Semana, tiene en sus cuadros o
mosaicos, al Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, representante de la
selección del proceso 8.000.
Lo sigue otro notable representante de ese equipo, el doctor Humberto de la
Calle, elegido como fórmula vicepresidencial del presidente Samper, con el
mismo patrocinio de los Rodríguez Orejuela y patrocinador de la Constitución de
1991, expedida para sacar a Colombia de la violencia y para opacar la de 1886.
A la vista está el resultado.
La viabilidad de esa candidatura está en entredicho, porque estando las
cosas como están el candidato continuista del régimen será timochenco y, desde
luego, así ya está pactado con el presidente Santos, campeón de la lealtad y la
solidaridad.
Los demás presidenciables del liberalismo, los doctores Luis Fernando
Velasco y el senador Juan Manuel Galán no tienen velas en ese entierro;
Colombia no resiste dos Juan Manuel y menos consecutivos; el Ministro del Posconflicto,
Rafael Pardo, y la doctora Vivian Morales correrán la misma suerte del resto de
sus copartidarios; deben declinar a favor del candidato de Santos, timochenco.
Los integrantes del mosaico de elegibles, en representación del Partido de
la U, Roy Barreras, Armando Benedetti, la Ministra de Educación, Gina Parody,
Aurelio Iragorri, Sergio Díaz-Granados (?¿), Juan Carlos Pinzón y Rodrigo
Rivera hacen parte de la comparsa que más que nada es un mal chiste.
Los del Partido Verde, Sergio Fajardo, Claudia López, Antonio Navarro y
Carlos Caicedo (?¿), todos están verdes.
Los del Polo Democrático, o la siniestra, integran su nómina con la Ministra
del Trabajo Clara López Obregón, nieta y sobrina de expresidentes liberales,
los de la Handel y Mamatoco, de la más rancia estirpe oligárquica, en quien los
explotados y desposeídos de Colombia han depositado todas su esperanzas.
El senador Jorge Enrique Robledo, de la más nítida extracción popular de
Manizales; el mejor alcalde de Bogotá en toda su historia, desde Gonzalo
Jiménez de Quesada, hasta nuestros días, Gustavo Petro; el cenador con c,
Iván que se peda; y la inefable Piedad Córdoba.
Ubica Semana al doctor Álvaro Leyva Durán en las toldas siniestras pero él
dice que morirá en su Partido Conservador; y como dijera Laureano Gómez, a la
gente hay que creerle, a pesar de Vásquez Carrizosa y de Álvaro Pío
Valencia.
¡Pobre siniestra colombiana!
Se equivoca el periodista de Semana cuando incluye como presidenciables
conservadores al Ministro de Hacienda, doctor Cárdenas y al representante Barguil; ninguno de los dos es decididamente conservador; el primero, es sostén
del régimen desde su cargo burocrático y el último, por parentesco de afinidad,
está en comisión en el Partido Liberal.
El vicepresidente Vargas Lleras tiene estirpe de estadistas, pero también
tiene lastres importantes. Su desmedida hambre burocrática, que ha llevado a su
partido Cambio Radical a cometer errores protuberantes: la presencia de su
hermanos en todo el proceso de Coopsalud; la permanencia en el Ministerio del
Medio Ambiente de un generoso repartidor de licencias ambientales y el último
tropiezo, el aval dado a la defenestrada Gobernadora de la Guajira señora
Oneida Pinto.
Otro factor en contra de las aspiraciones presidenciales del doctor Vargas
Lleras es su estado de salud, al que por elemental respeto no me voy a referir.
Se especula con un hipotético respaldo del Centro Democrático a su
candidatura; esa decisión sería, en mi modestísima opinión, la expedición de la
partida de defunción de este reciente partido político.
Deliberadamente he dejado el análisis de las nominaciones de los
hipotéticos candidatos presidenciales afines al C.D. en que aparecen candidatos
de extracción claramente conservadora.
El doctor Oscar Iván Zuluaga ya cumplió su ciclo; en política también es
cierto que cada día trae su afán.
Con mucha pena y con mucho respeto debo decir del doctor Carlos Holmes
Trujillo que él hace parte de ese selectísimo número de colombianos que les sobran
méritos para ser presidentes de la República, como los doctores Álvaro Gómez
Hurtado, Gilberto Alzate Avendaño, Otto Morales Benítez, Jorge Eliécer Gaitán,
Luis Carlos Galán Sarmiento, Hernán Jaramillo Ocampo, pero que la presidencia
les fue esquiva, para infortunio de la Patria.
Contrario sensu, hubo otros que Colombia no se los mereció nunca como
mandatarios y que por desgracia lo fueron o lo son como el presidente que hoy
nos toca padecer.
Al doctor Iván Duque y a Paloma Valencia hay que decirles que la vida es
larga y que cada día trae su afán.
A la doctora Martha Lucía Ramírez el Partido Conservador no tiene como
pagarle el haber rescatado su dignidad y haber evitado su desaparición.
Por último, el doctor Alejandro Ordóñez Maldonado es la más grande
esperanza de Colombia y el más calificado de nuestros ciudadanos para
rescatarnos de la tragedia moral, social, política, económica e institucional
que el Presidente Santos ha significado para la nación, para el país y para la
patria, su talante de estadista, y su alma sin pliegues ni sombras nos permite
cree en él, por sabio y probo.
Cuando los detractores de un personaje de su talla, solo encuentran
argumentos para descalificarlo, por sus creencias religiosas y por su nitidez
ideológica, es porque es confiable y garantía sobrada de buen gobernante.
Los más destacados voceros de la oposición al régimen, distintos al
marxismo, deben cerrar filas en torno a su persona y a sus ejecutorias y
respaldarlo, asesorarlo y enriquecer sus planes y programas de gobierno.
ALEJANDRO ORDOÑEZ MALDONADO, SOLO HAY UNO EN COLOMBIA, PRESIDENTE
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