miércoles, 17 de agosto de 2016




COSAS QUE HAY QUE CAMBIAR

Por Peloecaña

El columnista de El tiempo, Juan Pablo Calvás, en su escrito de hoy, se viene lanza en ristre contra la Iglesia Católica, las Iglesias Cristianas, el Partido Conservador, el Centro Democrático, el Procurador Ordóñez y la Senadora Vivian Morales porque todos cometieron la audacia de protestar por el intento de despojar a los menores, a sus padres y a sus maestros, de la potestad de asumir la tutoría de sus hijos menores, del imperio de la Constitución y la guía pedagógica de sus alumnos.

Como la columna es todo un reto, yo, en mi doble condición de Católico practicante y de Conservador militante, no en el partido que se ha hartado de mermelada, sino en el de la dignidad inalienable, recojo el guante y acepto el reto y escojo las armas: la verdad histórica.

El país si tiene bien claro que los que lo han gobernado desacertadamente no son los conservadores, sino los que en nombre del trapo rojo, durante más de la mitad de nuestra historia republicana, han detentado el poder.

El Partido Liberal irrumpió en nuestro devenir político cuando aún no había trascurrido un año su fundación, por  Ezequiel Rojas, imponiendo, que no eligiendo, al General  José Hilario López, como presidente de Colombia, amedrentando al Senado con  garrotes y puñales, cachiporras y gumías, que los artesanos de Santa Fe de Bogotá blandían sobre la cabeza y la espalda de los senadores conservadores electores, azuzados por los jefes liberales, y  que don Manuel Murillo Toro no dudó en justificar llamando la asonada, "retozos democráticos". 

Don Mariano Ospina Rodríguez, cofundador con don José Eusebio Caro del Partido conservador, por las mismas calendas de la fundación del Partido Liberal, después de varios intentos de elección, transcurridos en varios días y ante el aumento de la efervescencia de la turba liberal, pronunció para la historia esta frase lapidaria: "Voto por el General José Hilario López para que no sea asesinado el Congreso Granadino".  Yo hubiera preferido el martirio.

Hoy, 167 años después, las amenazas no son de las sociedades democráticas y de los artesanos liberales; vienen de los paramilitares de las FARC, armados con el más moderno arsenal, patrocinados en sus retozos democráticos por otro mandatario liberal, el presidente Santos.  

Trascurridas varias guerras, promovidas en su mayoría por caudillos liberales que se negaban a aceptar el mandato de los conservadores y después de varias constituciones fallidas, un Presidente Liberal, Don Rafael Núñez, consciente del  caos reinante, con la colaboración de un sector del Partido Conservador, y bajo la inspiración de Don Miguel Antonio Caro, bajo el lema "Regeneración o catástrofe", le dio a Colombia la Constitución de 1886 que, con algunas modificaciones, rigió hasta 1991.

Vino la Guerra de los 1.000 días, promovida una vez más por jefes liberales, y liderada por el General Rafael Uribe Uribe contra el gobierno conservador legitimo de Don Manuel Antonio Sanclemente.

Llegó la hegemonía conservadora que duró hasta 1930 y que tuvo entre sus gobernantes a mandatarios insignes como el General Rafael Reyes, cuyo lema fue: "Menos política y más administración".

Entre 1914 y 1930 gobernaron, entre otros, José Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, el General Pedro Nel Ospina (1922-1926), sin duda el mejor Presidente de toda la historia de Colombia, por sus ejecutorias.

En 1930, divididos los conservadores entre Valencistas y Vasquistas accedió al poder el Partido Liberal, eligiendo al Dr. Enrique Olaya Herrera.

Durante su gobierno tuvo lugar la guerra con el Perú, contienda que Colombia ganó en el campo de batalla pero que perdió en la mesa de negociación, porque Perú se quedó con todo el territorio comprendido al sur del rio  Putumayo, que antes había sido nuestro. 

Vino después el gobierno del Dr. Alfonso López Pumarejo el de la “Revolución en Marcha”.

Lo sucedió el presidente Eduardo Santos que poco registra en cuanto ejecutorias y obras dignas de mostrar.

Luego se presentó a la reelección el Dr. López Pumarejo; triunfó, y su segundo gobierno fue etiquetado como el de la República Liberal. 

Este segundo mandato se hizo notar porque en él sucedieron acontecimientos políticos de suprema gravedad, como el negociado de las acciones de la Handel y de la Trilladora Tolima y el asesinato de Mamatoco, que con la férrea denuncia del Dr. Laureano Gómez llevó al presidente López Pumarejo a renunciar antes de concluir su segundo mandato.

Fueron los hijos del Presidente los protagonistas de estos abusos, lo que llevó a que se hablara de los hijos del ejecutivo.

Caído el Partido Liberal del poder ganó las elecciones en el año de 1946 el Partido Conservador  que eligió al Dr. Mariano Ospina Pérez, lo sucedió el Dr. Laureano Gómez, quien fue derrocado por el General Gustavo Rojas Pinilla; después los doctores Gómez y Lleras Camargo pactaron el Frente Nacional que, momentáneamente, aplacó la violencia liberal-conservadora; pasaron 16 años de alternación en el poder de presidentes de los dos partidos tradicionales y, terminado el Frente Nacional con el interregno de los presidentes Betancur, Barco, Pastrana y Uribe, nos correspondió a los colombianos padecer la ignominia del régimen que nos sojuzga y oprime.

Han sido epígonos de ese régimen dirigentes liberales que avergüenzan a sus buenos copartidarios que, desde luego, son buenos como la mayoría de nuestros conciudadanos.

Santofimio, Serpa, Samper y Santos tienen  a sus espaldas tanta ignomnia que asomarse a sus conciencias produce espanto.

Santofimio está preso por la sindicación de ser el inductor del asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento.

Serpa y a Samper convirtieron a Colombia en una narcodemocracia y  los acusan de ser los autores intelectuales del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, que esperamos el nuevo fiscal devele esa gravísima acusación para la tranquilidad del país entero y, desde luego, de los inculpados.

¡Y de Santos ni hablar! los hechos demuestran su estatura moral y sus merecimientos. El veredicto de Calvás es suficiente:  "parece progresista."

Columnista, no hay que prohibir, si acaso cambiar:

1°- Debe usted cambiar su nombre, porque Juan Pablo es el del pontífice mas venerado por todos los católicos, credo al que usted denosta y  que le causa tanto escozor.

2°- Solo usted puede proponerle al resto de su familia si acepta ser homologada como quiere la Ministra Parody, todo en aras de la paz.

3°- Según usted, hay que pedirle a su presidente progresista que cambie la totalidad del gabinete para que sea totalmente homogéneo; es decir, homosexual.

4°- En vez de la ideología de género, hay que cambiar la ideología liberal, para que ese partido no siga creyendo en el libre examen; para que cambie la tolerancia por el sectarismo hirsuto; no hay que seguir creyendo en el pluralismo ideológico; hay que desterrar de su decálogo la solvencia moral y la reciedumbre intelectual; es decir, que según usted hay que ser conservadores porque usted está convencido de que así somos los Católicos y los Conservadores.

Y entonces, ¡oh sorpresa!, la lectura de esa radiografía  le va enseñar la imagen nítida e indeleble del régimen.


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