Por Pelocaña
Desde mi óptica de conservador integral, me tomo el atrevimiento, con
la certeza de atinar, de opinar a cerca de la militancia del último partido
político fundado en Colombia, sin pertenecer a él, el Centro Democrático, con
la razón que me otorga el ser uribista racional y el haber votado, desde
su fundación, por sus candidatos al Senado y de sentir identidad casi total con
sus dirigentes y voceros.
Creo que quienes integran ese Partido, dirigentes y militantes, constituyen,
sin duda, un foro de hombres libres y, en consecuencia, la discusión y el
cuestionamiento no pueden ser flor exótica en esas toldas.
El doctor Fernando Londoño Hoyos es el dechado de mostrar en esa práctica
democrática, la de disentir; de no ser así, él estaría bajo otra
égida ideológica.
Ese talante debe ejercerse con respeto a las personas, con absoluto apego a
la verdad y con sustento probatorio a la expresión de ese disenso. Lo contrario
no se vale.
A raíz del cuestionamiento permitido y permisible a algunas posturas
públicas de uno de los precandidatos del
Centro Democratico, el doctor Iván Duque, colombiano ilustrísimo, político y Senador,
desde luego, superilustrísimo, por algunos también ilustres forjadores de
opinión, se ha formado la de Troya.
El 30 de diciembre de 2016, apenas hace 8 días, un grupo de eminentes
colombianos, todos uribistas, no sé si todos afiliados al Centro Democrático,
dentro de los cuales para mi el más eminente es el doctor Jesús
Vallejo Mejía, se refirieron, en escrito magistral por venir de quienes viene,
a lo que todo el país reclama, "Hay que pasar a la acción",
y señalaron la urgencia de actitudes más contundentes de parte del Centro Democratico, partido
insignia de la oposición al régimen, para contrarrestar la acción de la tenaza
Santos-FARC, que tan gravemente atenta contra la democracia colombiana.
Para hacer mas puntuales sus críticas, los 14 firmantes tuvieron la audacia
de referirse en concreto al doctor Iván Duque. ¡Quien dijo miedo!; ni que
hubieran tocado al doctor Laureano Gómez o alguno de los doctores Lleras o al doctor Uribe, rasgadura colectiva de vestiduras, grito de división en el Centro Democrático,
hecatombe en la oposición democrática a la tenaza Santos-FARC.
Señores, ¡más mesura, tranquilidad y sindéresis! Nuevamente el doctor
Fernando Londoño nos muestra el camino cuando, con razón, ha glosado las
actitudes del Papa Francisco, sin dejar de ser católico, la actitud de
quienes acudieron presurosos a darle el soplo divino al monigote de los
Acuerdos de La Habana y a infundirles vida, sin dejar de ser figura
epónima del Centro Democrático.
¡Pues no! Ahora resulta que, por virtud de intereses políticos válidos y
respetables, hemos resuelto convertir al doctor Iván Duque en intocable y a su
figura preeminente, en incuestionable. ¡Por favor! esa es la mejor manera de
eliminarlo de la contienda interna del Centro Democrático, por la
nominación a la candidatura presidencial de ese Partido.
Falta ver si el candidato único de la oposición será escogido de las filas
del nuevo partido o si se llega a un consenso, para designar una figura más
aglutinante y mejor garantía de éxito frente a la tenaza Santos-FARC.
Por lo pronto, la excepcional manera de responder a las preguntas que
formulara el entrevistador doctor Londoño al doctor Rafael Nieto Loaiza dejó a
sus presuntos émulos bien lejos de su solvencia intelectual y de su
talante de estadista.
El mensaje de los 14 de la fama disparó los timbres y se abrió el partidor
de las réplicas y algunos Senadores del Centro Democrático y columnistas empezaron la
polémica como si se tratara del juicio final, réplicas y contrarréplicas,
cuestionamientos perentorios al periodista Eduardo Mackenzi, respuesta de
Mackenzi a Libardo Botero, que ponen a prueba la solidez de su amistad; el
doctor Vallejo Mejía pregunta hoy, "En
que estamos" y Libardo Botero clama: "Por última vez Mackenzi”.
Respóndanse con la mano en el corazón, ¿ha valido la pena tanto
enfrentamiento y tanto debate, por la audacia de reclamar más claridad en sus
conceptos, a un colombiano eminente, el doctor Iván Duque?
Mientras tanto, no aprendemos del silencio sabio y prudente del doctor Álvaro
Uribe Vélez; ¿a favor de quien otorga su mutismo?
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