jueves, 29 de junio de 2017






LOS  AMIGOS  DE  LOS  POLÍTICOS

Por Peloecaña

Por ser el ejercicio de la actividad política algo tan peculiar y "sui generis", hasta el más noble y digno de los sentimientos, la amistad, la mayoría de quienes la ejercen la convierten en algo tasable y negociable, como cualquier bien de consumo o fungible. Se usa y pierde su valor intrínseco, se aprovecha una sola vez y deja de existir. La convierten en comodín que hace juego con cualquier otra opción o alternativa de pragmatismo y utilitarismo, de resultados inmediatos y fríamente calculados.

A raíz de un twitter emitido por el doctor Álvaro Uribe Vélez, según el cual las opciones de diálogo inclusivo con la "izquierdista democrática" no deben ser descartadas y bien pueden terminar en una ampliación de la base que integre la Gran Alianza por Colombia, los que aspiramos a una opción diferente a la que hoy ofrece la trinca Santos -FARC, de verdad estamos preocupados, por decir lo menos.

¿Cuál es la "izquierda democrática"?


¿La de los que a nombre de la fementida paz que nos ofrece el régimen imperante votaron  SI en el plebiscito del pasado 2 de octubre, avalando los clandestinos acuerdos de La Habana?

¿La del Polo Democrático, el Partido Verde y los que dicen no ser la derecha?

¿La de los profarcianos?

¿La de Piedad Córdoba, Clara López, Claudia López, Gustavo Petro, Jorge Enrique Robledo y Sergio Fajardo?

Primero, permítanme decirles que no acepto me encasillen con el epíteto de izquierda o de derecha o de centro; esa es la peor manera de estigmatizar y discriminar a las personas. Lo que soy eso soy, ni más ni menos. Mi talante me identifica.  

La izquierda democrática no es más que la antítesis ideológica del talante del Uribismo; por tanto, son como el agua y el aceite, no se vale que se pretendan refundir las dos nítidas tendencias de opinión.

Se puede y se debe ser tolerante de la opinión ajena, sin transar ni negociar los principios; mezclarlos es renunciar a ellos; ese eclecticismo no nos lo pueden imponer ni unos ni a otros.

Doctor Uribe, lo respetamos y admiramos, pero en esa aventura no lo acompañamos; ojalá mi apreciación al respecto esté equivocada.

Cuando los políticos conciben la lealtad y la amistad como una impronta del pragmatismo, del utilitarismo y del cálculo propio de los tahúres, es cuando actúan como Juan Manuel Santos y sus secuaces.

Hoy, los contertulios de La Hora de La Verdad se alborotaron en coro, y todos protestaban airados por el anuncio del ingreso de un número de parlamentarios históricamente adherente y militantes de la Mesa de la Unidad Nacional, proclive irrestricta del binomio Santos - FARC  o FARC - Santos.

Yo me limité a concluir que esa era una burda estrategia propia de quienes pretenden infiltrar la Gran Alianza por Colombia, para desde dentro destruirla y configurar su exterminio.

La estrategia de la infiltración va de la mano con la asumida por algunos medios de comunicación, paniaguados del régimen, como el diario El Tiempo y la Revista Semana, entre otros, que han dedicado su pluma y esfuerzo a resaltar las pasadas diferencias propias del ejercicio de la política, suscitadas entre los doctores Pastrana y Uribe, ignorando, de mala fe, que esos episodios sin mayor importancia son comunes en la contienda democrática y se dan entre pares y prohombres de la vida pública nacional.

Deliberadamente ocultan que el doctor Andrés Pastrana Arango vio con buenos ojos la candidatura presidencial del doctor Álvaro Uribe Vélez, la prohijó y respaldó complacido.

Lo destacable son las pullas que los dos se han lanzado, que no dejan de ser meras escaramuzas y que, por fortuna, no dejaron consecuencias irreversibles, ni cicatrices indelebles: Por eso hoy son aliados por Colombia y volvieron a ser los amigos de siempre.

Pero no existen para los comunicadores eventuales e interesados "amigos" del establecimiento, ni la autoría del Plan Colombia, ni el acertado uso que en su momento  le dieron a esos recursos aportados por el Gobierno Americano, y que fueron piedra angular del éxito de la Seguridad Democrática.

Dejemos a los amigos de las FARC donde están; no queremos ser de los mismos, ni juntos ni revueltos y estemos vigilantes para impedir la infiltración del Caballo de Troya en nuestras filas.


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