VOLVER AL PASADO
Por
Peloecaña
El doctor Guillermo Perry Rubio, exministro de hacienda del expresidente
Samper, exsenador liberal y economista de aquilatadas virtudes y, desde
luego, académico de innegable prestancia, en su columna habitual de hoy en el
diario El Tiempo, encabeza su artículo dominical con esta pregunta:
¿Podrá ganar el candidato
del CD, proponiendo un regreso al pasado, en un país de jóvenes?
Doctor Perry, indefectiblemente SÍ.
Permítame evocar una frase de alguien no tan despistado: "No se puede construir el futuro
demoliendo el pasado".
Sin el pasado, que somos sus ancestros, la juventud no sería y la humanidad
hubiera desaparecido por ausencia de causa.
Desde luego que los primeros electores del candidato del Centro Democrático
serán los jóvenes, porque el futuro que les espera, nacido del presente
vergonzante, es bien oscuro y nada halagador.
¿Por qué los ciudadanos americanos, especialmente los jóvenes,
optaron por el presidente que eligieron? Porque añoraban el pasado glorioso,
que equivocadamente les quitó el señor Obama.
La diferencia consiste en que en Colombia la juventud escogerá un
presidente infinitamente superior a Trump.
El presente de Santos es lo más lamentable y oprobioso que le haya podido
suceder a nuestra querida Patria, en toda su historia republicana.
Una vez posesionado de la presidencia, la felonía y la deslealtad fueron el
norte de su gobierno; cambió de amigos como quien se cambia de corbata; se
destapó como un mentiroso empedernido; se convirtió en el mayor corruptor de la
historia de Colombia. Para él, todo es comprable e hizo pública su clandestina
alianza con la guerrilla de las FARC y afines. Envileció la libertad de prensa
y la volvió mercancía de trueque.
Ante este estado de cosas, es fácil decidir volver al pasado reciente, al
del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, donde están los valores que necesita
la juventud para tener un buen futuro, sacrificado pero halagador, difícil pero
cierto, el mismo que Churchill le ofreció a los Ingleses y que les permitió
volver al pasado: "Sangre, sudor y
lágrimas."
Después de leer su columna de hoy debo decirle, respetuoso, al doctor Perry
que su futuro no está en el análisis político; continúe con la economía.
Colombia añora el pasado reciente, el de la Seguridad Democrática, donde
se había vuelto a poder pescar de noche; el del terreno propicio para la
inversión extranjera; el de la justicia social; el del cumplimiento de la palabra
empeñada por el gobernante; el de los consejos comunales; el del respeto al
disenso; el de la defensa firme y sin estridencia de la integridad nacional; el
de saber siempre a qué atenerse.
Hoy, cuando el régimen no ha hecho mas que festinar la dignidad
nacional, desinstitucionalizar la Nación, como si fuéramos espejo de
Venezuela, donde la independencia de los poderes es una quimera, porque el
presidente ya conoce el precio de la Rama Legislativa y ha calibrado
el de la Rama Jurisdiccional, a los colombianos que sentimos
la Patria, que nos duele la desintegración del País, que padecemos la
ausencia de Nación, no nos queda sino volver al pasado glorioso de hace apena
siete años.
Para los economistas que manejan cifras y datos
estadísticos, como fuente esencial de su éxito profesional, las encuestas son
indicadores que no se puede ignorar, y esas cifras día por día nos
revelan la impopularidad del gobierno, el rechazo a los acuerdos de la Habana y
el descontento con el presente doloroso y funesto. No se puede tapar el sol con
un dedo.
El Centro Democrático es el partido político que tiene las
mejores opciones presidenciales y los más jóvenes precandidatos, y un jefe
que como lo reconoce el doctor Perry "...pues ese grupo tiene una ventaja: Dispone de
un jefe que disciplina, tira línea, aglutina y puede mover mucha gente a favor
de cualquiera que escoja".
Amén de los demás jefes de reconocida prestancia nacional y prestigio bien
ganado que, sin duda, constituirá la Gran Alianza para "volver al pasado”.
Solo le tememos al poder corruptor del presidente, reforzado ahora por el poder
intimidatorio de las FARC que pueden, una vez más, escamotear la voluntad
popular.
Si el poder electoral es imparcial no habrá segunda vuelta; el voto por
volver al pasado triunfará sin esguinces ni dudas.
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