jueves, 29 de marzo de 2018




LAS DOS REVOLUCIONES Y LA GRAN ALIANZA POR COLOMBIA

Por  Peloecaña

Después del recogimiento y la paz interior que estos días santos nos traen a quienes observamos el comportamiento inherente a una adhesión a unos principios y a una doctrina de carácter religioso, siento que debo compartir con las personas que me hacen el honor de leer mis modestas opiniones, y que hoy se refieren al futuro próximo de mi patria, mi nación y mi país.

El doctor Jesús Vallejo Mejía, en su última columna escrita para la publicación Debate, expone, de modo magistral, propio de lo que él siempre ha sido, un verdadero maestro, de manera sencilla, ceñida a la verdad histórica y absolutamente didáctica, la realidad referida a las "dos revoluciones" que han ocupado las últimas etapas de la historia universal.

Ayer, no más, el marxismo, que ya la historia rebasó y superó, aunque en el tercer mundo  unos diletantes que viven a la penúltima moda quieren inaugurar, y la segunda moda, que quienes son conscientes del fracaso estrepitoso de El Capital y el Manifiesto Comunista, y la Dictadura del Proletariado han escogido como alternativa, como segunda revolución: "Los feministas radicales, los adherentes de la ideología de género, los activistas del movimiento LGBTI, los ambientalistas promotores de "La Carta de la Tierra".

El objeto de las dos revoluciones siempre ha sido común, destruir el "statu quo", que significan los valores éticos y espirituales, transcendentales y perennes que conllevan,  siempre, el culto y respeto al Derecho Natural y a la Doctrina Cristiana, en el entendido equívoco que su observancia merma y conculca la libertad plena.

Se preguntarán, ¿qué tienen que ver esas premisas con La Gran Alianza por Colombia? ¡Pues Muchísimo!

Si la Alianza por Colombia busca el poder político, es para ejercerlo realmente y a plenitud, como debiera hacerlo cualquier otro que triunfe en las elecciones de mayo.

Si existen unas cabezas visibles de esa alianza, que son los líderes  y autoridades de la misma,  están en mora de darle una estructura sólida y  fuerte, como las circunstancias lo exigen y ameritan; la unión por el mejor futuro de Colombia no puede seguir al garete, pues, de suceder, el resultado será obvio: el caos y la ausencia de identidad de propósitos, que inevitablemente nos llevarán a la derrota.  

Los doctores Pastrana y Uribe, o Uribe y Pastrana, como los lectores prefieran, junto con un grupo de egregios ciudadanos que tengan propósitos iguales deben constituir el "sancta sanctorum" y la máxima jerarquía de tan encomiable comunidad, que se eche al hombro la campaña, que señale derroteros y que sean luz y sombra de la solución a los problemas que sacuden a Colombia.

Deben señalar un programa ideológico y doctrinario, que todos debamos acatar, empezando por la dupla Duque-Ramírez, y que debe ser el norte del quehacer político hasta el día de la victoria y durante el gobierno triunfador.

Si los  expresidentes que idearon y lideran la Gran Alianza por Colombia y los doctores Iván Duque y Martha Lucía Rámírez son católicos practicantes, como sus vidas así dan fe, hay que elaborar un programa de gobierno, que sea muro de contención a las tesis de la segunda revolución, no por mero capricho, sino como coherencia ideológica.

Basta ya de la denominación mentirosa de la candidatura del Centro Democrático; es ni más ni menos que la candidatura de todos los aliados. Duque y Ramírez son los candidatos de La Gran Alianza por Colombia.

Estamos viviendo momentos de oportunismo y triunfalismo equivocados y riesgosos. En casi todas partes están apareciendo los oportunistas de siempre que, prevalidos de una amistad real o aparente con el candidato presidencial, resultaron los dueños de la consulta y se subieron al carro de la victoria, después de llegar a la primera parada, sin antes haber movido un dedo, en pro de los triunfantes y, con desfachatez vergonzosa e impúdica, quieren desplazar a los generales y soldados de mil batallas, a los que siempre han dado la cara, a los que están permanentemente al lado del cañón, con la inexcusable figura del voluntariado, para defenestrar a los ejércitos regulares que nos han colocado donde estamos.

Bienvenidos los voluntarios, pero sin desconocer ni avasallar; cada loro en su estaca.

Esas decisiones han de ser tomadas de manera inmediata. Para antier es tarde. No se pueden dejar para el 27 de mayo por la tarde. ¡Es ahora o nunca!


No hay comentarios:

Publicar un comentario