22 AÑOS DESPUÉS DE UN CRÍMEN DE ESTADO
Por Peloecaña
Hoy hace 22 años, la crema y nata del partido de Samper, Santos y
Serpa consumaron el asesinato del más connotado colombiano de la era moderna de
la civilización colombiana.
Hombre recio, pulquérrimo, sabio entre los sabios y lleno de acendrado amor
por su País, su Patria y su Nación, no se ahorró ni un nanocéntimo de su
hombría de bien; su sabiduría inconmensurable estuvo siempre al
servicio de la República y, con Antonio Nariño, podemos repetir, refiriéndonos a
él: "Amé a mi Patria,
cuánto fue ese amor, algún día lo dirá la historia; no tengo más
que dejar a mis hijos sino mis recuerdos y a Colombia le dejo mis
cenizas."
Hoy que se cumple un año más de su sacrificio, jamás de su desaparición, no
se me ocurre sino citar algunas de sus frase de hombre público, corriendo el
riesgo de no escoger las mejores, pero siempre con la intención de acertar en
la onerosísima tarea de exaltar justamente la magnitud de su talante.
- "El ejercicio
de la política se ha convertido en una transacción deshonesta, en que se
busca la adhesión popular a cambio de tronchar el rigor de los mandamientos
legales y el marchitamiento de los criterios que sirvieron de base a la
organización social".
- "La habilidad
política parece consistir en situarse en la encrucijada donde mayores valores
tradicionales se puedan sacrificar".
- "No es posible
entregar a pedazos el sistema institucional del país. De ello no salen sino
situaciones de tránsito hacia la anarquía. Mientras más frecuente es el hábito
de transar contra el establecimiento, mayor es su decadencia".
- "Los partidos, los
gremios de la producción y los sindicatos han mostrado una tremenda cobardía
ante el tema económico. No van más allá de los auxilios, las tarifas y los
salarios. Una visión de conjunto verdaderamente responsable les resulta fastidiosa".
- "En el duelo a
muerte entre un capitalismo degradado pero supérstite y el asalto de una
izquierda dividida y violenta, la víctima no debe ser Colombia".
- "La insolidaridad
tiene dos manifestaciones: la de quienes no se benefician directamente
con el establecimiento y, entonces, ella es revolucionaria; y la de quienes,
viviendo a costa de ese mismo establecimiento, se hacen perdonar sus prebendas
y sus gajes, denigrándolo".
- "(...) En
Colombia, todo es vulnerable. El destrozo institucional está a la vuelta de
cada esquina. Nunca como ahora, los colombianos no somos dueños del mañana, ni
siquiera de la hora siguiente. En un tiempo de anarquía todo puede ocurrir y
todo nos está ocurriendo".
Dénse cuenta, por favor, que está vivo, sempiternamente vivo. No necesita
que su sacrificio sea declarado crimen de lesa humanidad.
"Ser abatido por
ráfagas de ametralladora, como parecía ser mi suerte, no debía considerarlo
como un infortunio singular. Quizás no era un "bel morir". Pero
en las circunstancias actuales del país y del mundo podría no ser un sacrificio
inútil". Así presintió su muerte.
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