jueves, 2 de noviembre de 2017






22 AÑOS DESPUÉS DE UN CRÍMEN DE ESTADO


Por Peloecaña

Hoy hace 22 años, la crema y nata del partido de Samper, Santos y Serpa consumaron el asesinato del más connotado colombiano de la era moderna de la civilización colombiana.

Hombre recio, pulquérrimo, sabio entre los sabios y lleno de acendrado amor por su País, su Patria y su Nación, no se ahorró ni un nanocéntimo de su hombría de bien;  su sabiduría inconmensurable estuvo siempre al servicio de la República y, con Antonio Nariño, podemos repetir, refiriéndonos a él: "Amé a mi Patria, cuánto fue ese amor, algún día lo dirá la historia; no tengo más que dejar a mis hijos sino mis recuerdos y a Colombia le dejo mis cenizas." 

Hoy que se cumple un año más de su sacrificio, jamás de su desaparición, no se me ocurre sino citar algunas de sus frase de hombre público, corriendo el riesgo de no escoger las mejores, pero siempre con la intención de acertar en la onerosísima tarea de exaltar justamente la magnitud de su talante.

- "El ejercicio de la política se ha convertido en una transacción deshonesta, en que se busca la adhesión popular a cambio de tronchar el rigor de los mandamientos legales y  el marchitamiento de los criterios que sirvieron de base a la organización social".

- "La habilidad política parece consistir en situarse en la encrucijada donde mayores valores tradicionales se puedan sacrificar".

- "No es posible entregar a pedazos el sistema institucional del país. De ello no salen sino situaciones de tránsito hacia la anarquía. Mientras más frecuente es el hábito de transar contra el establecimiento, mayor es su decadencia".

- "Los partidos, los gremios de la producción y los sindicatos han mostrado una tremenda cobardía ante el tema económico. No van más allá de los auxilios, las tarifas y los salarios. Una visión de conjunto verdaderamente responsable les resulta fastidiosa".

- "En el duelo a muerte entre un capitalismo degradado pero supérstite y el asalto de una izquierda dividida y violenta, la víctima no debe ser Colombia".

- "La insolidaridad tiene dos manifestaciones:  la de quienes no se benefician directamente con el establecimiento y, entonces, ella es revolucionaria; y la de quienes, viviendo a costa de ese mismo establecimiento, se hacen perdonar sus prebendas y sus gajes, denigrándolo".    

- "(...) En Colombia, todo es vulnerable. El destrozo institucional está a la vuelta de cada esquina. Nunca como ahora, los colombianos no somos dueños del mañana, ni siquiera de la hora siguiente. En un tiempo de anarquía todo puede ocurrir y todo nos está ocurriendo".

Dénse cuenta, por favor, que está vivo, sempiternamente vivo. No necesita que su sacrificio sea declarado crimen de lesa humanidad.

"Ser abatido por ráfagas de ametralladora, como parecía ser mi suerte, no debía considerarlo como un infortunio singular. Quizás no era un "bel morir". Pero en las circunstancias actuales del país y del mundo podría no ser un sacrificio inútil". Así presintió  su muerte.


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