martes, 16 de febrero de 2016





PARO CÍVICO NACIONAL

Por Peloecaña

Qué pena que sean las centrales obreras, que son como el Gallo de la Veleta, que se mueven al impulso de aires coyunturales y por motivos eminentemente circunstanciales, que sean las que convoquen  al Paro Cívico Nacional, cuando esa convocatoria es una bandera de las gentes todas, que están hastiadas de los desafueros, los desaciertos y las protuberantes equivocaciones del régimen.

Si en Colombia hubiera  líderes populares con suficiente perrenque y con verdadera capacidad de convocación, todos, por generación casi que espontánea y suficientemente válida y justa, se hubieran constituido en Comité Nacional del Paro para sustituir el estado fallido, y reemplazarlo por uno viable y convencido de la necesidad inmediata de la realización del bien común y del logro pleno de la satisfacción del interés general.  

La Rama Legislativa del Poder Público es un apéndice más de la Ejecutiva, vergonzante y enmermelada hasta la médula, cuyos miembros se comportan como rebaño de borregos o como masa amorfa, emasculada y asexual; y la Judicial se convirtió en el más nítido mentís a la equidad y al derecho y decidió por acción o por omisión ser  el más eficaz de los frentes guerrilleros, comandada por el jefe del ejecutivo, convirtiendo el establecimiento en verdadero prototipo de una dictadura, con la anuencia de los gremios, la prensa y la jerarquía eclesiástica católica.

Sólo la Procuraduría General de la Nación navega en ese mar proceloso de infamia, bajo la mano férrea y ponderada de un colombiano ejemplar, a riesgo de sucumbir por la manguala nefasta de los turiferarios del régimen.

Si tuviéramos un mínimo de sindéresis, el Paro Cívico Nacional no debía ser por el exiguo aumento del salario mínimo, ni para reclamar del gobierno la supresión del cuatro por mil, que grava las transacciones bancarias. ¡No, absolutamente no!, esas son motivaciones irrisorias.

El Paro Cívico Nacional debería estar promovido por todas las fuerzas vivas de la nación, los gremios, los partidos, la clase política, los trabajadores, la juventud, las mujeres todas, los pensionados, la Iglesia; debiera tener motivaciones absolutamente válidas, porque existen, son evidentes y lesionan gravísimamente la dignidad nacional, como  la corrupción generalizada y rampante;  el egoísmo cerrero de quien detenta el poder, cuya única meta, como propósito apátrida, es la obtención de un Premio Nobel, que aunque se lo otorguen siempre sabrá que es inmerecido y a cuyo servicio  ha puesto todo su empeño de gobernante, dejando al garete, en medio de la tempestad por él mismo provocada, la nave del Estado.

Hija predilecta de la corrupción es la guerrilla narcotraficante y terrorista que hoy ocupa todo el insomnio presidencial en detrimento de la paz verdadera, a costa de la institucionalización de la guerra.

Los actuales promotores del paro, practicando la política del avestruz, cuando siente el peligro, meten la cabeza en la arena sin darse cuenta de que les van a arrancar su plumaje vistoso, para adornar con él las apariencias del régimen.

La nuevas y novísimas generaciones, que no vivieron el régimen del General Rojas Pinilla, ignoran que el 10 de mayo de 1957 se dio por la colosal corrupción de la dictadura y por el aporte solidario de todas las fuerzas vivas de la Colombia de entonces. 

La clase política, los estudiantes, los gremios y la participación decidida de la Iglesia; aún resuenan en las naves de la Porciúncula de Bogotá los  patrióticos sermones dominicales del Padre Velásquez. ¡Oh témpora, oh mores!  

Como dijera el inolvidable Álvaro Gómez Hurtado: "El nivel ético del país ha descendido tanto, que se convierte en un motivo diario de pesadumbre. Se necesita temple para no llorar."

"Las gentes de bien deben exigir el restablecimiento del nivel moral del país. Ello  no puede provenir del Congreso que no está dispuesto a una autocrítica; tampoco saldrá de los partidos. No hay quien se arriesgue a perder los votos ni el apoyo de la complicidad delincuencial. Puede surgir, ciertamente de la prensa, si no se encuentra solitaria, si la opinión ha aceptado previamente que la recuperación de la ética es un propósito nacional."

16 de febrero de 2016.


1 comentario:

  1. Excelente escrito del pensador Peloecaña. Estamos como en Venezuela. Santos no tiene apoyo ya pero la oposicion anda atomizada y envidiosa de tal manera que el pueblo se desorienta.
    Ojala, al acabarse la mermelada, entren a buscar puntos de acuerdo para pedir la revocatoria de quien ha traicionado su juramento al asumir el cargo de defender la constitucion, las leyes y la patria de los colombianos.
    Si a la pay SIN impunidad

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