domingo, 14 de febrero de 2016







                                      LA SINDÉRESIS


Por Peloecaña

Si la sindéresis es la capacidad natural de las personas para juzgar acertada y rectamente debemos concluir que muchos gozan de esa virtud y a otros les falta; esa es la condición humana.

En mi opinión, el  Superintendente de Industria y Comercio ostenta esa gracia;  y la tiene para convertirse en la excepción de este pésimo gobierno, que confirma la regla, de que es el peor  que en Colombia ha habido; y dejo constancia de  que emito este juicio con verdadera sindéresis.

Si el Superintendente ha atinado cuando sanciona  a quienes ejercen conductas que implican prácticas comerciales vedadas y a los que, abusando de la publicidad, inducen a error y engaño a los consumidores,  en este caso a la opinión pública, también debe sancionar a los beneficiados con el engaño, el gobierno Santos, a los contratistas y difusores de esa publicidad, más si se trata de promover falazmente una paz fementida; los debe sancionar porque esos mensajes son el cuerpo del delito, que constituye el engaño publicitario al fementido proceso de paz de Santos. 

Como en todos los casos de sanciones ya implantadas, por idéntico motivo, ha de sancionar al patrocinador del producto pésimo, en este caso concreto, al Presidente de la República y, desde luego, a todos los contratistas de tan monumental engaño.

Esas sanciones han de ser ejemplarísimas, por la connotación del dueño del artículo engañosamente publicitado, y de acuerdo a la cuantía de los contratos publicitarios, cuyos ejecutores pretenden, sin lograrlo, desorientar la opinión de los consumidores famélicos de paz, todos los colombianos.

Tremendo dilema para el destacado servidor público: o cumple con su deber, como lo ha venido haciendo, sin temblarle la mano, o pasa de agache y le da la razón a sus detractores; o sanciona a su jefe el Presidente y a los medios enmermelados, o renuncia del cargo; no le queda opción distinta.

Y es claro que la publicidad engañosa a favor del proceso de paz del gobierno es un monumento colosal a ese tipo de conducta sancionable, que deja al Superintendente sin justificación ética alguna, para abstenerse de proferir la sanción correspondiente. 

Comentario al margen. Leí en días pasado una frase que se le atribuye al presidente Santos, que palabra más, palabra menos, dice: “todos los niños de la Guajira fueron concebidos durante el gobierno de Uribe”.

Si el desatino es cierto, aunque me resisto a creerlo, debo anotar que la concepción del Presidente Santos, por su fecha de nacimiento, 6 de Agosto de 1951, según sus biógrafos, fue en los albores del gobierno del Dr. Laureano Gómez.

¿Que culpa puede tener el "cancerbero de la moral pública", de que el Presidente Santos, su indigno sucesor, sea como es?

Debe Santos agradecerle a Dios que en el Congreso no haya un parlamentario de la reciedumbre moral del Dr. Laureano Gómez. Si lo hubiera no estuviéramos padeciendo tanta inmoralidad y tanta incapacidad. Ni un grande como Alfonso López Pumarejo resistió sus embates en defensa de la moral pública; hubo de renunciar.

14 de febrero de 2016.


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