A LAS COSAS POR SU
NOMBRE
Por Peloecaña
No debemos seguir permitiendo que los
periodistas y los medios para los que trabajan nos sigan señalando la ruta y
determinando cómo se denominan las personas, animales o cosas, ni aceptando que
sus calificativos son inexorables y dogma de fe.
El caso concreto es la clasificación
arbitraria, caprichosa y, lo que es más grave, mentirosa que los comunicadores
pretenden, de manera exitosa hasta hoy, de los conceptos paramilitar e
insurgente, señalando a los primeros como militantes irredentos de lo que
también equivocadamente llaman de derecha, y a los guerrilleros, como facción
política justificada y plausible, por estar en el círculo de lo que ellos
llaman de izquierda.
Si aceptamos la definición que el
diccionario de la lengua española nos entrega, PARAMILITAR es: "( de para y militar) adjetivo,
dicho de una organización civil con estructura o disciplina de tipo
militar".
Analicemos, entonces, lo dicho por la Real
Academia de la Lengua Española, máxima autoridad lingüística reconocida y
aceptada por todos del idioma que los colombianos hablamos:
-Las FARC son una organización criminal civil.
-Se identifican como "fuerzas armadas", denominación eminentemente militar.
- Su cúpula más alta es el secretariado;
siempre lo llaman comando central, término igualmente militar.
- Sus frentes equivalen a una sección de las
partes en que se divide el estamento militar y cada uno tiene un
comandante, igual que en la milicia.
- Su jerarquía es vertical y calcada del
sistema militar.
- Su disciplina es militar.
- Inician el día con una formación
militar, dan parte a sus comandantes como en el régimen militar, rinden
relación y se cuadran como militares e igualmente se da la orden de
romper filas.
- A pesar ser todos izquierdistaS
marxistas leninistas, también sus huestes se llaman tropa y giran a la derecha
cuando oyen "a la defrí".
- A los indisciplinados los someten a
consejo de guerra.
- Usan casi siempre el mismo armamento que
los militares y el uniforme es el mismo.
- Y son narcotraficantes más exitosos que
los que los periodistas fletados llaman paramilitares.
Si las FARC y todas las guerrillas colombianas no son
paramilitares, ¡yo soy Simón Bolívar!
La circunstancia que los guerrilleros sean
paramilitares como lo demuestro irrefutablemente, sin duda, trae efectos
políticos y judiciales evidentes.
Si al doctor Luis Alfredo Ramos Botero lo
acusaron, lo procesaron y lo condenaron por hablar con un jefe paramilitar y su
recurso de casación, después de varios años de interpuesto, no ha sido
resuelto por la más alta cima de la justicia de este país, ¿cuál la razón
válida y aceptable para que al Presidente Santos, a los dialogadores de La
Calle, Jaramillo, Montealegre, Mora Rincón, Naranjo, Roy Barreras y a todos los
que han sido contertulios de timochenco y su estado mayor, paramilitares
todos, no hayan sido medidos con el mismo rasero y se les hayan aplicado
la misma pena que al exgobernador de Antioquia?
La respuesta es obvia. Porque en Colombia
existe legislación sustantiva y procesal diferente para aplicarle a las
personas, según su militancia o sus inclinaciones o sus afectos políticos; porque
estamos en las peligrosas garras de jueces prevaricadores y porque la justicia
en Colombia se ha meretrizado o putiado.
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