miércoles, 13 de julio de 2016




EL FUTURO INMEDIATO DEL CENTRO DEMOCRÁTICO


Por Peloecaña


A pesar de no ser militante del Centro Democrático, pero por ser uribista racional y de aceptar con beneficio de inventario los planteamientos políticos de El Gran Colombiano, creo, sin la más mínima duda, que la circunstancia afortunada de haber votado por él para elegirlo dos veces Presidente de la República y por la lista para el Senado  que también encabezó, me dan el derecho de opinar cuando se trate del futuro inmediato del Centro Democrático.

Mis votos nunca han sido irracionales, siempre han tenido un sustento ideológico y, desde luego, han estado íntimamente atados a esa ligazón indisoluble y simultánea entre ideas y candidatos con el elector. 

Por ser el doctor Álvaro Uribe Vélez un político que cree que el orden y la autoridad son elementos fundamentales para la existencia de la libertad, que no del libertinaje; por ser un católico ferviente; por ser sabio y probo, por eso no me molesta haber votado por él, a pesar de sus errores, porque si no se equivocara no sería humano y estaría en el ámbito de los seres perfectos que, afortunadamente, en este valle de lagrimas no existen.

No estoy en la militancia del Centro Democrático porque donde milito me siento mejor, a pesar de los Gerleins, los Barguil y de todos esos especímenes que desentonan en mi partido y creen que pueden decir que son conservadores; ese conservatismo sería igual a que alguien dijera, "soy católico, pero no creo en Dios"; o sería lo mismo que  tanto marxista con sotana y otros, además, con solideo y mitra y, desde luego, báculo, que dicen ser pastores cuando son auténticos lobos.

Pero basta de justificaciones.

He leído en los medios de comunicación que informan las buenas intenciones de la cúpula y la militancia del C.D. de reestructurar el nuevo partido, dándole una dirección distinta a la del doctor Oscar Iván Zuluaga; soy de los que desde la barrera creen que ese nuevo orden es necesario.

También informan algunos analistas y comunicadores que existe una competencia soterrada por la candidatura oficial del C.D. a la Presidencia de la República, lista en la que competirían el propio doctor Oscar Iván, el doctor Carlos Holmes Trujillo y el Senador Iván Duque Márquez.

Desde luego los tres tienen pleno derecho a someter su nombre a consideración de su partido, ¡ni más faltaba que no!  Tomar partido en su descalificación es, cuando menos, necio.

Pero la realidad es otra.  Hoy en Colombia ningún partido ni movimiento político tiene el suficiente prestigio, ni el caudal electoral  satisfactorio para presentar una candidatura viable y triunfante; ni dentro de los amigos del régimen ni en las filas de la oposición.

Las alianzas programáticas son ineludibles; lo demás es suicida y, por ende, irresponsable.

El C.D., respetuosamente, creo que ha de escoger un abanico de nombres como opción a representar esa colectividad, para someterlos a otras opciones  de otros partidos que deberán configurar la GRAN ALIANZA POR COLOMBIA, que le permitirá a todo el país un candidato único que sea incuestionable garantía de triunfo y alternativa de poder, para "plantar la libertad donde hasta ahora reina la tiranía". 

Los más caracterizados voceros de todos los partidos de centro derecha, opositores al régimen, deben entender y practicar que estos no son momentos de vetos sistemáticos y viscerales, a nombres de posibles candidatos que compitan por la candidatura única de la alianza.

Cuando haya motivos válidos para cuestionar nombres y personas que se haga con motivos ciertos, con la verdad objetiva, con firmeza, con altura y con respeto, para no dinamitar puentes de unión sino construirlos.  

Con dolor y con amargura debo decir que cualquier otro camino conduce a la continuidad del régimen, en cabeza de un paramilitar de las FARC.


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