jueves, 28 de julio de 2016




CARTA ABIERTA DEL 2 DE JULIO DE 2015


Quiero escribir esta carta abierta a los doctores Martha Lucía Ramírez, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, esperanzado en acertar cuando creo que mis motivos  son compartidos por muchos colombianos.

Doctora Martha Lucía, usted es la representante más autorizada de mi Partido Glorioso, mi Partido Azul Conservador, por eso la considero la más valida destinataria de mis inquietudes y la legítima depositaria de ellas.

Su condición de Ministra de Defensa del gobierno del doctor Álvaro Uribe Vélez, ministra leal, eficiente y eficaz en el desempeño de las funciones propias de su cargo, sus ejecutorias en el panorama político nacional, y lo que usted significó para la militancia honesta del conservatismo, al asumir la candidatura del partido en el último debate electoral presidencial, me llevan al convencimiento de acertar cuando me  tomo la licencia de hacerla válida interlocutora de este conservador, a quien le duelen la nación, la patria y el país.

Este no es un dolor masoquista ni gratuito; lo causan las felonías consuetudinarias y universales de quien nos desgobierna, desde hace más de cuatro años, y su incapacidad demostrada hasta la saciedad de no acertar en la dirección del Estado.

Tampoco es un sufrimiento sin causa la frustración de padecer y ver cómo la justicia no es pronta, ni cumplida y, por ende,  no es justicia.

El Derecho en Colombia no es más que un mero registro histórico, pues los jueces y la fiscalía asesinan todos los días la Constitución, la legalidad y la justicia cuando han puesto todo su empeño en colocarse al servicio de intereses políticos de secta, de lo cual los máximos exponentes son ellos mismos y el colectivo de abogados marxista, y sus víctimas,  el resto la sociedad colombiana.

Los partidos políticos representados en la Mesa de Unidad Nacional carecen de cerebro y corazón y los reemplazaron, como único factor de vida, por el aparato digestivo, parecido al de los rumiantes, con varios estómagos para digerir mermelada y prebendas de barriga.

Para adobar más olfativa y gustativamente el opíparo banquete, hoy la presidencia del Partido Conservador la ejerce el yerno del jefe del liberalismo, y las personas con sociedad conyugal vigente, sabemos, cómo las decisiones más importantes para la familia se toman en el tálamo nupcial.   

Por eso doctora Marta Lucía, la invito respetuosamente a seguir siendo la estrella polar que alumbra el camino del Partido de Caro y Ospina.

Por favor no se deje guiar por el canto de sirena que, de manera engañosa, a algunos los hace creer que ser solidarios con la paz de Santos es querer la paz; hacerle eco y cantar al ritmo de esas sirenas es la mejor manera de no querer la paz; o dicho de otra forma, es la mejor manera de caer en las redes de las FARC y de los fementidos acuerdos de  la mesa de La Habana.

Es otorgar, por activa o por pasiva,  patente de corso y sentimientos de solidaridad a todos lo vejámenes que significan las voladuras de las torres de energía, de los oleoductos, el sembrado de minas antipersonas, el secuestro de menores, el asesinato de soldados y policías y todos los actos terroristas que ejecuta la guerrilla.

Doctora Marta Lucía, no hay un solo colombiano que no quiera la paz, pero como la excepción confirma la regla, los malquerientes de la paz hay que buscarlos en La Habana; dejémosle ese deshonor al régimen y  a sus voceros. 

Doctor Andrés Pastrana Arango, para algunos casi más difícil  que ser conservador es ser pastranista; para mi no;  me ufano de mi conservatismo y, desde luego, de mi pastranismo, porque si bien es cierto que el Partido Conservador no sigue hombres sino ideas, a los hombres que son figuras beneméritas de la colectividad hay que expresarles nuestra solidaridad.

Como los medios de comunicación, adeptos y adictos al régimen no pudieron combatirlo por deshonesto y corrupto, dado su comportamiento público y privado absolutamente pulquérrimo, sabedores del rechazo general a la guerrilla, entre los colombianos, decidieron acusarlo de haberle entregado Colombia a las FARC en el Caguán. ¡Nunca ha habido falacia mayor!

Usted se jugó en paro a una promesa de campaña: hacer la paz; y la guerrilla, como siempre, le mintió al país desde el primer momento, desde cuando "tirofijo" dejó la silla vacía, el día en el que se iniciaban los diálogos de paz.

Doctor Pastrana, usted se jugó entero por la paz, sin ambages ni restricciones, sin cálculos de tahúr; tan grandes fueron los riesgos asumidos, que sacrificó en ese afán por la paz a un gran colombiano, su Ministro de Defensa, que se oponía al despeje de El Caguán. Sólo Dios y usted saben cuánto le ha costado el sacrificio de Rodrigo Lloreda Caycedo.

Comparar su proceso de paz con el del actual mandatario, es necedad. Los áulicos de Santos no tienen autoridad moral, ni siquiera para intentarlo.

Pero antes también puso toda la carne en el asador, cuando  trató de desenmascarar al más repugnante de todos los políticos, después del Presidente Santos; el que convirtió a Colombia en una narcodemocracia, y que hoy es señalado como coautor intelectual del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado.

Usted vio con buenos ojos la elección de Álvaro Uribe Vélez como su sucesor y, sin duda,  desde su gobierno se apoyó esa elección.

Usted logró la recertificación de los EE.UU. para Colombia, y es de su autoría el Plan Colombia, que le permitió al presidente Uribe modernizar las fuerzas armadas, dignificarlas y hacer realidad positiva la lucha contra las espeluznantes garras de los narcotraficantes y su siniestra empresa. 

Usted es un personaje de peso específico en el ámbito internacional, probado y demostrado hasta el cansancio, lo que le ha dado autoridad moral y política para enfrentar los atropellos contra la democracia, en Venezuela.

Por todos esos alamares, bien ganados y, desde luego merecidos, nos duele verlo compartir estrados al lado del Presidente Santos; usted no necesita darle pábulo a los medios gobiernistas, para demostrar que es amigo verdadero de la paz.

Cuando usted, doctor Pastrana, se sienta en actos oficiales al lado del tahúr que funge de Presidente se está colocando a su altura y le está dando la bendición al secretario de Unasur, y está avalando la complicidad de este gobierno con el gobierno dictatorial de los herederos de Chávez

Tampoco es visto con buenos ojos su ignorancia deliberada de la existencia de presos políticos en Colombia; todos son ciudadanos ejemplares; el régimen les cobra el solo hecho de haber sido colaboradores de los gobiernos del Presidente Uribe; ni menos son bien vistos sus comentarios ácidos y tendenciosos, cuando califica sesgadamente a esos presos políticos; esas actitudes, son sombras que opacan su grandeza.

Por ser todos esos personajes notorios en la vida nacional, que están pagando el delito de ser uribistas, es de suponer que usted los conoce a todos y que, por tanto, sabe de su hombría de bien.

¿No sería bueno visitarlos y brindarles también su solidaridad? Bríndele a Santos la posibilidad que impida su visita. 

Estoy cierto de que la incongruencia no es pecado del que se le pueda acusar válidamente a usted.

Doctor Álvaro Uribe Vélez, intentar hacer su apología es necio; el país lo conoce desde hace tiempos y todos sabemos que sus detractores son todos resentidos o enmermelados, y sus admiradores y seguidores lo somos por su talante, porque usted encarna todo lo bueno que el país está perdiendo y que quiere recuperar.

Como usted está por encima del bien y del mal y sus actos tienen como único motor su entrañable amor a Colombia, comedidamente impetro que desde ya inicie las diligencias que sean pertinentes para configurar una alianza por la paz y la justicia, hoy tan necesarias como ausentes, por la realización de la justicia social y la prevalencia del Estado de Derecho.

Si se logra ese acuerdo de voluntades, en torno a todo lo anterior, para que sea un auténtico propósito nacional, entre ustedes tres, sin que haya renuncias a militancias  ni a metas, el camino a la salvación de la Patria será mas cierto y alcanzable. 

Atentamente, 

Peloecaña.

2 de julio de 2015.


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