¡AHÍ ESTÁN! ¡ESOS SON, LOS QUE VENDEN LA
NACIÓN!
Por Peloecaña
En épocas no muy lejanas, los jóvenes novicios de la izquierda colombiana
hacían sus pinitos y su examen de admisión para ingresar a las huestes del
octogenario líder del Partido Comunista Colombiano, Gerardo Molina, y del
septuagenario, Gilberto Vieira, hermano de Monseñor, desde luego también
Vieira, sacerdote y canónigo católico, a pesar de que la religión es el "opio del Pueblo"; pinitos que
consistían en aglomerarse en la Avenida Jiménez con carrera séptima, frente a
las instalaciones del diario de todos los Santos, El TIEMPO, a gritar en coro y
señalar con el índice derecho hacia los ventanales de la sede del periódico: ¡Ahí están!, ¡esos son, los que venden la
nación!
Parece que los conspiradores, desde luego clandestinos, contra tan
autorizado vocero del Partido Liberal, eran quintacolumnistas; fueron los
hermanos Santos Calderón, Enrique y Juan Manuel.
Otros más enamorados de las leyendas homéricas que expertos en terminología
marxista, los llamaban los pasajeros del
caballo de Troya, los guerrilleros del Chicó.
Algunos cronistas sociales del mismo diario El TIEMPO no dudan en afirmar
que en una protesta de éstas, en la Calle Real de Bogotá, la misma en la
que balearon a Gaitán, fue donde se conocieron Carlos Romero y Clara López
Obregón, nieta y sobrina de protagonistas de episodios históricos, como el
negociado de La Handel y el crimen de Mamatoco; desde entonces quedaron mutuamente
flechados, desde luego, por Cupido.
Pero esa versión no merece mayor credibilidad, porque las páginas sociales
de los periódicos dicen más mentiras que las que comentan de política y algo
más.
Lo que sí era rotundamente cierto era el estribillo en mención: ¡Ahí están! ¡esos son, los que venden la
nación!
Si se hace un estudio objetivo y serio de la historia de la violencia en
Colombia, llegaremos a una conclusión inexorable: Los principales causantes de
esa violencia han sido los medios de comunicación, por su costumbre
secular de tomar partido en la contienda y apartarse de la verdad verdadera; porque los
periodistas que informan, nunca han escrito una frase para morigerar las
pasiones ni para invitar a la reflexión, ni a la concordia y a la armonía entre
hermanos.
Pues bien, todo cambia para que todo siga igual; la familia Santos vendió
El TIEMPO, y pasó de ser el más autorizado vocero del Partido Liberal, a ser de
propiedad de alguien que dicen que es conservador; pero no hay tal; su actual
propietario no tiene partido, es pragmático, utilitarista.
Quienes cambiaron fueron los indignados que protestaban contra El TIEMPO,
porque le estaban vendiendo la Nación a los EE.UU.
Hoy los protestantes son los que el Presidente llama Mano Negra, Tiburones, Matones de Cuadra, Rufianes de Esquina, Extremistas de Derecha, que cuestionan la
venta de la Nación a los integrantes del Partido Comunista, a los marxistas del
Foro de Sao Paulo, en cabeza de los paramilitares de las FARC.
Quien no ha cambiado es EL TIEMPO; sigue siendo vendepatrias.
Por eso mantiene su vigencia el estribillo: ¡AHI ESTÁN! ¡ESOS SON, LOS QUE VENDEN LA NACIÓN!
¿ENTONCES, CON TODA RAZÓN, ALGUNA VEZ UN GOBIERNO ULTRACONSERVADOR PROCLAMÓ LA NECESIDAD URGENTE DE QUEMAR SUS INSTALACIONES, COMO EN UN FUEGO PURIFICADOR?
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