martes, 23 de octubre de 2018






LOS JUECES OMNISCIENTES

Por Peloecaña

Se oyen voces, que gozan de  bien merecido prestigio, que claman por la omnisciencia de los jueces.

Define el Diccionario de la Lengua Española, editado por la Real Academia también Española, en su primera acepción, el vocablo omnisciencia asi "(Del lat. omnis, todo, y scientia, ciencia). f. Conocimiento de todas las cosas reales y posibles, atributo exclusivo de Dios".

Como los jueces, hasta ahora, son seres humanos de carne y hueso, yo prefiero proclamar que los jueces deben saber todo el derecho que les sea posible, y ser probos y honestos hasta el infinito, en el ejercicio de la nobilísima y sacrosanta misión de administrar justicia, pronta y cumplida.

Las limitaciones naturales del individuo, como prototipo de la especie humana, sin duda, dieron origen a los oficios, artes y profesiones que la sociedad ha requerido para ser tal, solidaria y comunitaria. 

Porque los jueces, por fortuna humanos, con las limitaciones propias de su condición, necesitaron del apoyo de otras personas, expertas cada cual en un área particular de la actividad humana, los mismos jueces al concebir, en su condición de juristas, una óptima administración judicial, no dudaron en crear lo que dieron en llamar los auxiliares de la justicia, ya como personas naturales, ya como organismos estatales, y por eso existen los peritos, expertos en las distintas ramas del saber, y ahí están los contadores, los grafólogos, los intérpretes y traductores, los genetistas,  los dactiloscopistas,  los duchos en ingeniería, en arquitectura, los médicos, los antropólogos, las autoridades en artes plásticas y, desde luego, en la vida actual, son imprescindibles los expertos en informática, etc.,etc., etc.

Esa la razón de la medicina forense, de las cámaras de comercio, de las instituciones especializadas en normas técnicas, para citar solamente unos pocos casos.

Con el auxilio  de los peritos y expertos, si el juez sabe derecho y es probo y honesto y, desde luego, tiene criterio jurídico, la sociedad está salvada y tranquila, porque ese juez siempre dictará providencias, fallos y sentencias ajustadas a la institucionalidad y a la juridicidad.

Imagínense por un momento, una galaxia de extraterrestres, en la que en sus laboratorios, los sabios y científicos, después de un viaje a la tierra,  se antojaran de producir unos especímenes, en los que se acumularan toda la sabiduría y  los atributos científicos de Aristóteles, Platón, Solón, Santo Tomás de Aquino y San Agustín de Hipona, de Miguel Ángel y Davinci, de Copérnico y Galileo, de Alba Edison y de Einstein, de Montesquieu y Locke, de Darwin y de Newton de Cervantes, Shakespeare y el Dante, de Gandhi y  Luther King, de Carrara, Ferri, Justiniano y los Pandectistas, Carnelluti y Dellepiane, Framarino y Jiménez de Asúa, de Mario de la Cueva y de los Hermanos Mazzeau, de George Vedel, y no sigo porque voy camino a la pedantería.

Correríamos el riesgo de importar alguno de esos androides, sumun de la genialidad, para designarlos como jueces, pero automáticamente dejaríamos sin oficio a todos los auxiliares de la justicia, con el obvio incremento del desempleo.

Otro recreo: ¿Que tal que cuando Alfred Nobel destinó parte de su fortuna, para exaltar los más destacados seres humanos, con el galardón que lleva su nombre, hubiera condicionado el otorgamiento de esa distinción en una sola persona, sabia en medicina, física, química, literatura, economía y paz? Siempre los premios hubieran tenido que ser declarados desiertos, y en nuestra amada Colombia no hubiéramos contado con la aclamación merecida a Gabo ni con el ridículo y el dolor de patria de Juan Manuel, émulo de Rigoberta Menchú.


1 comentario:

  1. Totalmente d acuerdo amigo Peloecaña , ,, la pretensión del Dr. Londoño de que los jueces sean omniscientes es impracticable , aunque algo de razón tal vez hay en que tampoco deben ser legos totales en todas las materias, se sabe que una buena dosis de cultura general no sobra ,como sí parece faltarle a muchos jueces , podríamos asimilarlo a un principio conocido del buen administrador que no tiene que saber hacer empanadas pero sí dónde las hacen buenas ,

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