¿SON EL SENADOR, EL CANDIDATO Y EL PRESIDENTE LA MISMA PERSONA?

Por Peloecaña

Cuando el Dr. Álvaro Uribe Vélez decidió encabezar una lista cerrada, de candidatos al Senado, logró la elección de 20 de los miembros de ella, entre los que había una mezcla de militantes de varios partidos; estaban presentes conservadores de enjundia, liberales arrepentidos, candidatos proclives a la izquierda académica y hasta un exguerrillero del M19. 

Desde luego, todos los militantes de esos partidos colaboramos con nuestro concurso al resultado final. No me cabe la menor duda de que el partido que más aportó sufragantes fue el de Caro y Ospina.

Estaba en ciernes el Centro Democrático y, entre los elegidos, figuró el Dr. Iván Duque Márquez, 7º renglón de la opción uribista.

Hijo de un destacado dirigente liberal turbayista de Antioquia, pero nacido en Bogotá, el Senador Duque brilló con luz propia, y fue designado por sus colegas de todos los partidos, como el más, de mostrar, en la corporación senatorial; distinción bien ganada, por la solvencia de sus intervenciones y su caracterizada posición en el conjunto de los miembros de la bancada opositora al desgobierno de  Juan Manuel Santos Calderón,  pese a haber sido figura del embeleco mentado  como Fundación Buen Gobierno, y a ser postulado por el mismo personaje,  a notable puesto en la banca internacional, cargo que desempeñó con solvencia reconocida y encomiable.

También, el senador Duque logró la amistad del conocido magnate europeo, George Soros, destacado en el concierto universal como proclive a los movimientos guerrilleros de América, en Colombia, concretamente de la guerrilla de las Farc, que contó con su apoyo económico y su solidaridad a través de ONGs internacionales; además,  Soros impulsaba en el mundo la Ideología de género y el aborto indiscriminado.

Esa condición del otrora pupilo de Santos y  simpatizante de Soros, siempre fue circunstancia ideológica contraria a la filosofía de lo que fue el Centro Democrático, bandera política con la que el Dr. Duque siempre se cubrió y que,  sin ambages, enarboló como el primero.

Vino después su escogencia como candidato de su Partido, el Centro

Democrático, para ser presentado a los demás integrantes de la Gran Alianza por Colombia, y luego de la consulta popular aceptada por todos los opositores al régimen, fue elegido el candidato oficial de ese colectivo político y quienes por lo expuesto, teníamos nuestras reservas hacia su nombre y su persona, renunciamos en acto de honestidad intelectual a esos peros y lo respaldamos en su campaña electoral cuya fórmula Vicepresidencial fue la Dra. Martha Lucía Ramírez. 

Desde luego, el debate presidencial se adelantó como era de esperarse, dentro de una  actitud consecuente con sus antecedentes senatoriales, con coherencia y lealtad hacia su principal mentor, el Dr. Álvaro Uribe Vélez y hacia su émulo precandidato del Centro Democrático, Dr.  Rafael Nieto Loaiza.

En una reñida elección, disputada con el candidato de la unión de todas las tendencias filocomunistas y, desde luego, pro izquierdistas, a base de tesón y de la convicción íntima de que era junto con Martha Lucía la mejor opción para Colombia, los elegimos, pero si nos atenemos a lo hasta hoy vivido, tenemos serios motivos de inconformismos, que esperamos sus inminentes futuras ejecutorias hagan desaparecer.

El primer acto de gobierno de todo Presidente es conformar su equipo de gobierno, y ahí nace el primer motivo de descontento: la escogencia de los ministros.

Vemos con sorpresa y con frustración, que entre más de 12.000.000 de electores, no haya encontrado una nómina homogénea de colombianos sabios y honestos que, con su concurso, asuman la tarea de cambiar a Colombia.

Al gabinete ministerial llegaron evidentes contradictores sesgados del Dr. Álvaro Uribe Vélez; accedió una persona como la Ministra de Justicia entrañable amiga de la Fiscal Buitrago, que no dudó, de manera impúdica, en  aportar pruebas falsas al proceso contra el coronel Plazas Vega, que lo mantuvo por mas de 8 años,  de manera injusta y por ende antijurídica, privado  de su libertad y eso que su esposa Doña Tania Vega de Plazas fue su compañera de bancada en el Senado. ¡Con amigos así para que enemigos!

Y el inexplicable nombramiento del Superintendente de Industria y Comercio, en cabeza de un enemigo declarado y probado del expresidente Uribe.

Y la aceptación al veto guerrillero de una candidata a dirigir la seguridad personal de los privilegiados, por el único pecado de ser uribista firme y decidida.

Y la extradición de un guerrillero cegatón, que delinquió, como está probado, después de firmados los acuerdos no natos de La Habana.

Y la negativa a usar el espejo retrovisor, para tapar los delitos de su antecesor, que, sin duda lo llevarán si persiste en esa omisión, a accidentes gubernamentales graves, y que con valentía obvia en el discurso de posesión destapó el Senador Macías.

Hay dentro del Uribismo, personas generosas y de buena fe, que siguen confiando en que el presidente enrumbará la nave del Estado a puerto seguro: Dr. Duque demuéstrenos, por favor, que sus glosadores estamos equivocados, su gobierno está naciente.