jueves, 21 de enero de 2016








ALMA GRANDE



CARTA DE LUIS ALFREDO RAMOS A SU ESPOSA DESDE LA PRISIÓN


Bogotá, Escuela de Caballería, 17 de enero de 2016

Negra:

Me quedé reflexionando estos días acerca de la pregunta que me hiciste sobre el tiempo que falta para que podamos estar de nuevo en familia.

Quiero decirte que tengo una gran fe en que todo este viacrucis que me ha tocado recorrer por cuenta de falsos testigos y absurdos testimonios se resuelva pronta y favorablemente, y se imponga la Justicia.

Llevo 873 días alejado de ti, de nuestros hijos y de nuestros nietos por cuenta de vulgares delincuentes que hoy tienen enredada la Justicia en Colombia pero que no podrán prevalecer sobre la Verdad. Ya he pasado tres navidades lejos de todo lo que más quiero y sólo espero el triunfo de la Justicia sobre la mendacidad.

Doy gracias a Dios que me ha dado una fortaleza inquebrantable para superar la adversidad. Mi alma está llena de energía y mi corazón lleno de ilusiones.

Me dolió muchísimo no poder compartir en familia el aniversario de los 40 años de nuestro matrimonio. Hoy te renuevo mi amor por todo lo que has hecho en estos años por nuestros hijos y por mí.

Quiero agradecerte tu afecto, tu bondad, tu dedicación y, de manera especial, tu lealtad. Si no estuvieras conmigo, no hubiera podido resistir la dura prueba que estoy viviendo. Quiero dedicarte una frase que leí recientemente en una novela histórica, uno de los tantos libros que se han constituido en mí compañía en estas horas de soledad: “Tú siempre me has llevado sobre tus hombros”. Yo avalo esa frase para ti con todo mi corazón.

La llegada de Manuel me ha llenado de alegría e ilusiones. No haber estado físicamente cerca en ese momento tan hermoso para unos abuelos nunca me impidió acompañarlos en alma y espíritu. Espero que la Divina Providencia nos dé muchos días para disfrutar en familia a nuestros nietos, porque Manuel y Elena se han convertido en nuestra nueva fuente de amor y esperanza.

Aprovecho esta nota para que, en mi nombre y en el de la familia Ramos Maya, agradezcas a las personas que desde todas las regiones de Antioquia y el país han hecho llegar de manera espontánea y cariñosa sus mensajes de solidaridad y amistad; a la comunidad de las Hermanas de La Presentación, a las Hermanas de Mater Dei y a todas las personas que se han unido con sus mensajes en cadena de oración por mi libertad. Y te pido el favor de hacer llegar un saludo muy especial a Monseñor Iván Moreno y al Padre Emilio Betancur, y en general a toda la Iglesia Católica por los mensajes y la solidaridad que he recibido. Ellos se han constituido en un gran alivio en la soledad de este tortuoso encierro.

Todos estos mensajes de fortaleza constituyen una motivación interior para enfrentar los días tan difíciles que he vivido y que no se desean a nadie. No tendré tiempo en el resto de mi vida para agradecer tantas voces amigas y mensajes tan cálidos.

No puedo terminar sin pedirte que les des un beso a Elena y a Manuel, lo mismo que a Alfredo y a Esteban, y que les digas que aquí sigo firme en esta lucha contra la infamia para que podamos estar nuevamente reunidos en familia.
Te quiero inmensamente,

Luis Alfredo



Dice el Evangelio "La boca habla de la abundancia del Corazón". Sin ninguna pretensión de originalidad debo afirmar que la pluma sí que señala la magnitud del alma y la medida del corazón.

Esa es la expresión  de una persona de alma grande, corazón amoroso y palpitante y de cerebro que coordina perfectamente las insondables profundidades de tan descomunal espíritu  y tan hermosísimas manifestaciones de verdadero amor,  que se eleva a alturas inimaginables y se agiganta sin límite en el tiempo y el espacio, y que dice de manera tan apabullante y dulce la magnitud de su tragedia, mitigada por el bálsamo benéfico y refrescante  de su amor a Dios, a sus principios y a su esposa, hijos, nietos, a sus guías espirituales y a sus amigos.

Esa carta encarna la estampa de un hombre bueno, tan bueno como el pan, de un hombre inocente, como la sonrisa de los niños, de un hombre inteligente y sabio, que jamás dejó de sopesar la realidad de su papel en la sociedad de su tierra montañera y en  su Patria maltratada.

Esa carta es la más sincera, dolorida y válida réplica a la clase corrompida que urdió tan vil y vergonzosa villanía contra Colombia tan necesitada de hombres paradigmas de una raza que es "barro que sueña" y " voz de arriería" "fe en el ancestro" de su estirpe. 

Esa carta es el dedo acusador, que implacable le grita la verdad a quienes se tomaron por asalto la justicia, convirtiéndola en mueca y masacrada, reto y desafío, vergüenza y  mácula indeleble, asco y repugnancia.

Y desde luego, es un himno, un canto triunfal a la esperanza.  

Para mi es un honor, que la primera publicación, ajena a mi pluma, aparezca en Desiderata, por el contenido invaluable de su texto y la solvencia integral descomunal de quien la escribe, el Dr. Luis Alfredo Ramos Botero.

Peloecaña

21 de enero de 2016.


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