martes, 12 de enero de 2016








LA SEGUNDA PAPELETA


Por Peloecaña


Voy a intentar referirme a la segunda papeleta, para que sea escrutada el día de las elecciones del plebiscito de “juhampón”.

Antes que nada, es de elemental justicia reconocer el padre de la criatura; esta adquirió vida, gracias a la iniciativa de “Heracles”, contertulio de La Hora de la Verdad.

Es imprescindible, para avocar el tema, referirnos a la "Séptima Papeleta", promovida por un grupo de estudiantes que creyeron que todos los males de Colombia se debían a la Constitución de 1886 y sus reformas, y por el año de 1990 empezaron a promover su derogación, como único remedio para sanar todas las dolencias de la Patria. Estos románticos jóvenes patriotas creyeron que una nueva Constitución sería la panacea institucional colombiana.

¡Mentiras!, ¡falso de toda falsedad! El remedio ha sido peor que la enfermedad, o si no analicemos por qué estamos donde estamos; en buena parte gracias a la Constitución de 1991.

Pero volvamos a la reseña histórica. Casi siempre cuando la sociedad está  ad portas de un acontecimiento más notorio que notable, aparecen los personajes oportunistas que se adueñan del engendro y se benefician de la seudopaternidad de la nueva criatura.

Es ahí cuando aparecen los doctores Carrillo Flórez y “Cepedín” y hacen propia la séptima papeleta; los medios los promueven como los progenitores de la idea, ignorando los verdaderos y auténticos autores, y empiezan a cosechar sus triunfos.

Cuando están por suceder las votaciones para definir seis (6) opciones electorales, encaminadas a escoger cargos de elección popular ¡"eureka"! aparece la séptima papeleta que propone a los colombianos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. La Registraduría acepta escrutar los votos a la respuesta a esa propuesta y por algo más de dos millones de votos se convoca la fórmula redentora, que no ha redimido, ni mucho menos,  a Colombia; por el contrario, la tiene al borde de la disolución.

Si los colombianos no rechazamos la intención de “juhampón” con un NO rotundo a su intención de consolidar nuestra condición de siervos de  las farc, no tendremos derecho a ejercer el pataleo.

Pero como la sabiduría popular siempre acierta, hagamos una vez más vigente la sentencia: "Para la mordedura del perro, pelos del mismo perro".

Si el régimen nos pregunta si queremos la paz, respondámosle sin titubeos: "NO".

NO por la mentira y la trampa que encarna la pregunta.

La paz es un estado del alma y, desde luego, es de los pocos tesoros que todos anhelamos, porque siempre deseamos lo que no tenemos.

Pero no podemos aceptar la paz como una imposición que se ofrece sobre la base de la injusticia, la indignidad, la ausencia de perdón sincero  y  ausencia total de reparación cierta y proporcional al daño recibido, y sin el más creíble propósito de enmienda.

En la vida, las propuestas y opciones de conducta han de ser recibidas según la credibilidad de quien propone.

Juan Manuel Santos Calderón y las farc, los dos juntos, han dado pruebas ciertas, reiteradas e inamovibles de su conducta constante de ser los dos mentirosos consuetudinarios y tramposos irredentos; ¿cual la razón para creerles que ahora sus intenciones son sinceras y honradas? ¡PISTOLA!

Pero volviendo al meollo de este mensaje y arropando la idea del “Heracles”, proponemos en concreto: Que el Centro Democrático y su bancada parlamentaria lideren la campaña, hasta convertirla en realidad, de la segunda papeleta, expresada en esta pregunta: "¿QUIERE USTED QUE EL PRESIDENTE JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN CONTINUE EJERCIENDO LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA?". SI o NO.

Para la mordedura del perro, pelos del mismo perro.


28  de noviembre de 2015.

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