sábado, 23 de enero de 2016







LA HISTORIA QUE LOS HISTORIADORES CALLAN

Por Peloecaña

Quiero referirme a sucesos notorios en la historia republicana de Colombia que los historiadores del régimen no refieren, porque son su baldón y que los ajenos al régimen también ignoran, por pura pereza intelectual o por falta de adherencia a los principios que dicen profesar.

Desde Simón Bolívar hasta nuestros días, nunca antes se usaron armas tan ruines y vergonzosas como las utilizadas por los epígonos del partido gobernante, para mantenerse en el poder al precio que sea.

Nacen los partidos tradicionales, el Partido Conservador y el Partido Liberal, a mediados del siglo XIX; y este último, aún lactante, llega al ejercicio del gobierno por una división del conservatismo, también párvulo y a hombros de la violencia ejercida por la plebe que,  con puñales y garrotes,  impuso sus sinrazones, estimuladas por sus jefes del momento y por las ambiciones irreconciliables de los godos de entonces, y cabalgando a lomos de la indignidad accede a la primera magistratura el General José Hilario López.

Los jefes liberales jamás resistieron no estar en la cúpula del poder y generaron guerras y más guerras y varias Constituciones que, por excluyentes y pésimamente concebidas,  se podría decir que nacieron enfermas de gravedad y su existencia fue efímera, como tenía que ser.

Hasta que dos prohombres de la historia nacional se echaron al hombro la República y la salvaron de su disolución.

Esos prohombres fueron  Don Rafael Núñez,  quien  por más ocasiones ejerció la presidencia -cuatro veces-, de origen liberal, y Don Miguel Antonio Caro, godo ultramontano,  jurista emérito y filólogo eminentísimo, y nos legaron los dos a todos los colombianos el más sólido y enjundioso hito del Derecho Público, la Constitución de 1886, que en mala hora fue suplantada por la que nos rige.

¡Que lejos están de la estatura moral y republicana de Nuñez y Caro el expresidente Gaviria y el comodín del régimen Humberto de la Calle!

Si repasamos y escudriñamos la historia política de este país, por ninguna parte encontramos tanta depredación y tanta indignidad, como la que hemos tenido que sufrir, padecer y soportar en menos de medio siglo.

Un expresidente se entregó en brazos del narcotráfico, para satisfacer sus ansias de poder y nos llevó a estrenar el sustantivo narcodemocracia, y sus tentáculos aún oprimen y asfixian la Patria de Nuñez y Caro.

El mandatario actual supera con creces las prácticas políticas de su patrocinador y patrocinado, quien continúa influyendo gravemente en los destinos de la Nación a través de la Rama Judicial y los Ministerios mas importantes del gobierno.

Nunca antes, ni en los peores tiempos de la lucha fratricida entre liberales y conservadores, se utilizó el poder para eliminar competidores en la lucha por la Presidencia de la República.

El joven y promisorio político antioqueño, doctor Andrés Felipe Arias Leiva, fue víctima de lo que es una auténtica laguna de putrefactas arenas movedizas, que en Colombia han dado en llamar justicia, por haber tenido la audacia y osadía de atravesarse en el camino del presidente actual, en sus aspiraciones de gobernarnos, y pagó cara su intención válida y moralmente razonada de dirigir este país.

El precio de tamaño despropósito fue el exilio suyo y de su familia y también, con ellos,  fue desterrada la esperanza de todos los colombianos.

Consumado el engaño a los electores y perpetrada la traición, la ambición y manguala ilimitadas, también reclamaron otra víctima; otro grande de la estirpe montañera y paisa, el doctor Luis Alfredo Ramos Botero, creyó en la democracia y aspiró con tan buenos méritos como los del doctor Arias, a ejercer la primera magistratura, pero nunca vislumbró lo fatídicamente peligroso de su intención y se ahogó en las  mismas arenas movedizas que él y hoy está con sus huesos en la cárcel.

Respetados lectores, hagan un esfuerzo investigativo histórico, busquen y esculquen y si encuentran  un episodio si quiera levemente parecido a esta práctica trágica y letal de eliminar contendientes, les ruego hacérmelo saber.

Santander conspiró contra Bolívar; José Hilario López fue elegido bajo la presión de puñales, formones, gubias y gumías y garrotes pero nunca nadie antes había sido desterrado o encarcelado para eliminar contendientes electorales.

23 de enero de 2016.


No hay comentarios:

Publicar un comentario