domingo, 24 de abril de 2016

El Procurador Ordóñez





Por  Pelocaña

El país ha soportado durante décadas al régimen y ha tolerado a sus epígonos ejerciendo el poder, ya como gobernantes, ya en el parlamento y ahora campean disfrazados de investigadores y jueces, para oprobio y vergüenza de todos los colombianos, incluidos los que los han sostenido.

El gobierno que fue víctima de los abusos de los hijos del ejecutivo y, desde luego, la sociedad que los padeció, gracias al cancerbero de la moral pública, Doctor Laureano Gómez, logró su derrumbamiento y caída estrepitosa, por los casos del crimen de mamatoco y  el negociado de las acciones de la Handel y de la Trilladora Tolima.

Antes, el mismo régimen había sido protagonista de la firma vergonzante de la paz con los peruanos, vencidos en franca lid, pero que también significó baldón y deshonor para Colombia,

Una vez más el Dr. Laureano Gómez salió en defensa de la dignidad pisoteada y contó con el verbo encendido e iluminado del leopardo embravecido, Dr. Augusto Ramírez Moreno.

Como lo que se hereda no se hurta, después se repitió la historia con los mismos protagonistas y con otra generación de la misma estirpe; fue el caso de la Hacienda La Libertad.

Sigue la presencia del régimen; la mafia del narcotráfico compra la Presidencia de la República y llega al poder el más inmoral y cínico de los presidentes que en el mundo han sido y, desde luego, lleva su cuadrilla. 

El hijo del "monstruo a quien solo se puede amar u odiar", según definición del Maestro Guillermo Valencia, fiel a las enseñanzas de su padre y a su talante egregio, alzó su voz autorizada y expresó que el régimen debía fenecer, porque la salud de la Patria lo exigía.

El régimen creyó que esa actitud digna y encomiable no se podía permitir y en el cenáculo de las raposas, en sesión  oscura y fatídica de la historia reciente de Colombia, fraguó y perpetró la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos, el Dr. Álvaro Gómez Hurtado.   

Después vino un interregno en ejercicio del poder con la prestancia moral de Andrés Pastrana y  sucedido por la figura señera de El Gran Colombiano, comprometido con la decencia, con la seguridad y con la paz auténtica.

Y es cuando aparece un personaje de fábula, también exponente triple A del régimen, taimado y paciente como todos los tahúres, paciente hasta  el cansancio, que engañó a todo el mundo y con el aval del Presidente Uribe logró que las mayorías colombianas lo sentáramos en el solio de Bolívar. 

Al día siguiente de su elección, Daniel Samper en su columna Postre de Natas” alertó al país de lo que le esperaba; Colombia  pronto sería víctima de la felonía que él  le conocía por haberlo tratado de cerca toda la vida.

Quienes leímos la profecía del hermano del narco-presidente, pensábamos que se trataba de calumnias contra el recién ungido, por haber sido elegido con el patrocinio del Presidente Uribe y con los votos de los uribistas; pero ¡oh sorpresa!, el postre de natas había sido certero y preciso.

Las elecciones de la segunda ronda habían sido en junio del 2010 y, antes de pasar dos meses, el 7 de agosto ya nos había clavado la gubia de fedayín en la espalda a todos, fingiendo un abrazo fraterno y solidario, para mostrase en todo su esplendor de traidor de marca mayor.

Aún retumbaban en los pasillos de palacio de Miraflores las diatribas de Chávez contra el otrora Ministro de Defensa y ahora Presidente  electo de los colombianos, pero ni la soberanía nacional,  ni la dignidad de la República, ni la solidaridad mínima con su mentor, el Presidente Uribe, figuraban en la escala de valores del fouché bogotano; ya había logrado la presidencia tan anhelada, ya el pasado no existía, había que ingresar al futuro marxista sacudido de temores y mojigaterías, ahora sólo importaban las nuevas amistades, pero no de cualquier clase, se trataba del “Nuevo Mejor Amigo”, del discípulo amado de los Castro, de juhampa, el hermano menor de Evo y de Correa, el calanchín de Cristina, el cómplice de Ortega. ¡Alea jacta est!

También  la tinta indeleble con que Calibán, el abuelo presidencial, escribía su danza de las horas, creando ídolos  con pies de barro y estructura de aserrín y calumniando prohombres que, por su solvencia moral, siempre serán indestructibles, dada  la fantasías de las calumnias, la mitología de sus argumentos, los que siempre sucumbieron ante la realidad de los hechos y solo fueron pábulo y combustible de la violencia entre hermanos, fue parte del acervo sucesoral del traidor consuetudinario, ahora presidente reelegido.

Ese estilo heredado le sirvió al felón para deshacerse de sus hipotéticos competidores; primero el impoluto Andrés Felipe Arias Leyva; y en su campaña aventurera por la reelección usó la misma vesania contra el pulquérrimo Luis Alfredo Ramos Murillo. 

El precursor estilo del parlamentario comunista que se peda está en Colombia en la Casa Editorial El Tiempo, que cambió de dueño pero no de talante, y que hizo suya la frase de Voltaire: “Calumniad, que de la calumnia algo quedará”.

Primero Calibán contra Laureano Gómez; hoy el parlamentario vocero de las FARC contra Álvaro Uribe.

Hay que salvar a Colombia de la continuidad del régimen, que ya tiene en sus cálculos candidato para perpetuarse en el poder, el nieto del expresidente Lleras Restrepo, de quien dijo su tío carnal: “es un Vargas que se cree Lleras”. ¡Qué sentencia familiar tan estremecedora!.  

La mesa está servida para detener tan funesta hipótesis.

Sólo la elección del Dr. Alejandro Ordóñez Maldonado es garantía de que se cumpla la expresión de Rafael Núñez que su lira poética volvió Himno.

Si queremos que sea verdad el tan cantado “Cesó la horrible noche”, los contradictores del régimen, adeptos del Centro Democrático, del conservatismo de Pastrana y Martha Lucia Ramírez, los militares en retiro que no estén encarcelados por el frente de las togas y, en general, todas la gentes de bien que todavía somos los más, tenemos en el Dr. Ordóñez Maldonado la más clara garantía de rectitud, sabiduría, equidad, firmeza de carácter y lealtad a sus principios, prenda segura de la salvación de Colombia.

¡A votar se dijo y a defender la pureza electoral, con alma vida y corazón!

Los voceros del régimen, como no pueden atacar válidamente  a nuestra esperanza de cambio positivo, se han confabulado contra quien bien puede representarnos con lujo de competencia y le enrostran no sus probadas sabiduría y probidad, sino su declarada adhesión a unos principios y valores y a una filosofía partidista.

El Dr. Alejandro Ordóñez Maldonado es reo de catolicismo y de conservatismo; por eso es la mejor garantía de gobierno pulcro, eficiente, efectivo y eficaz. Las urnas nos esperan para elegirlo nuestro presidente.

¡No más régimen, no más deshonor ni tanta indignidad!

15 de noviembre de 2014


 

1 comentario:

  1. Y que Dios proteja a nuestro gran Procurador por que ya sabemos las componendas, trampas o crímenes que en este des-gobierno surgen cuando alguien se atreve a trabajar con ahinco y honestidad por un compromiso no con mafias criminales sino por el progreso de todos los colombianos.

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